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La relación iniciática


Explicaciones.          
En la India, los que transmiten una enseñanza espiritual, son los “Gurús”.      
Esta palabra tiene hoy en día una connotación muy negativa. Sin embargo, el hecho de que esta palabra haya sido utilizada por unos personajes poco recomendables, y que luego aquellos que toman una posición anti-espiritual o anti-tradicional hayan abusado de este término para lanzar una serie de críticas plagadas de errores, de ignorancia y de incomprensión sobre el papel del Gurú, no puede cambiar el valor espiritual de los auténticos Gurús. 
Haremos tres observaciones:       
A). En todas las grandes tradiciones, existen personas cuyo papel corresponde al de un Gurú. No se trata por tanto de una especificidad india, sino de una necesidad espiritual universal. Desacreditar la función de Gurú equivale por consiguiente a  desacreditar la transmisión espiritual que existe en todas las tradiciones. 
B). El objetivo del Gurú humano, cuando es autentico, no consiste en organizar su culto, o en mantener a los aspirantes en un estado de dependencia, sino al contrario permitirles encontrar a su Gurú, su Maestro espiritual interior
C). Somos perfectamente conscientes de las desviaciones y del mal uso del papel de Gurú por un conjunto de explotadores de lo espiritual.          
    

Definición de nuestro posicionamiento.
La manera adecuada de distinguirse de los estafadores  y de los  ilusionistas de lo espiritual, es actuar de una manera radicalmente diferente.    
Esta es la razón por la cual nuestra enseñanza descansa sobre la toma de posiciones siguientes:    
  • Distinción entre Maestros espirituales e instructores.             
  • Ausencia de intereses económicos.   
  • Intramundanidad.                     I
  • Ausencia de proselitismo.         
  • Conformidad con las Escrituras.           
Los que son conscientes de la plaga espiritual que representan los pseudo Gurús ávidos de honores, con un ego desmedidamente hinchado, apreciarán el posicionamiento que hemos adoptado.   
Detallemos estos distintos puntos:    

- Distinción entre Maestros espirituales e instructores.        
Puesto que la casi-totalidad de los pseudo Gurús se caracterizan por una inflación egótica en el seno de la cual se toman por unos personajes divinos, unos nuevos profetas u otros disparates claramente desvelados por una mirada vigilante, hacemos, en la terminología que utilizamos, una clara distinción entre “Maestros espirituales” y “instructores espirituales”. En todas las tradiciones existen unos Maestros espirituales de los cuales dicha tradición transmite las enseñanzas sapienciales y que merecen veneración. En cuanto a los que transmiten la enseñanza que proponemos, son simples “instructores espirituales” (upa-Gurú).  

Todo instructor debiendo “poner una cabeza encima de la suya” y transmitir su enseñanza bajo la autoridad y en conformidad con la de un gran Maestro (Sat-Gurú) espiritual del pasado.
El que transmite la iniciación es un instructor (upa-Gurú), no es un Maestro espiritual (Sat-Gurú).              
El Maestro espiritual (Sat-Gurú) de nuestra Cofradía es Sri Bhagavan Ramana Maharshi, cuya influencia invisible constituye el Corazón de nuestra transmisión.      

El instructor es un “amigo espiritual” que da las informaciones y los consejos prácticos sobre el Sendero que él mismo ha recorrido. 
      
El instructor es un instrumento de transmisión. Os comunica un método de Realización. Nada más.  
Es una persona que ha recibido la transmisión del conjunto de las etapas constituyendo la iniciación y que, debido a ello, ha entrado en un sendero de Realización en el cual sigue progresando. 

Asimismo, es una persona que ha recibido una formación pedagógica seria, permitiéndole desarrollar de manera adecuada su papel. Esta formación implica una superación de las prácticas que le han sido transmitidas personalmente. El instructor debe conocer el conjunto de las prácticas que debe transmitir, lo que incluye la vía devocional o no-devocional y aceptar el respeto de una pedagogía y de una deontología. Eso es lo que es un instructor.

Los que están en la búsqueda infantil de un modelo idealizado se equivocan de lugar, no deben buscar donde nosotros. 

- Ausencia de intereses económicos.        
Puesto que la mayoría de los pseudo-Gurús están vilmente interesados por el dinero y hacen de la difusión de su enseñanza un comercio vergonzoso, hemos instaurado el principio de total gratuidad en nuestra transmisión iniciática.     
 
- Intramundanidad.            
Ya que gran parte de los problemas que existen con “las sectas” se caracterizan por el hecho de alejar a los adeptos de su familia, o de su medio profesional, invitamos a los que quieran seguir la Vía de Realización que proponemos a no cambiar nada en su modo de vida. A conservar su marco familiar y profesional en la medida que respete su libertad y no demuestre intolerancia ante su planteamiento espiritual.

De este modo, la práctica que proponemos, aunque pueda ser comunicada a monjes o a personas habiendo renunciado al mundo, no necesita ningún retiro del mundo en un ashram, un monasterio o llevar una vida de ermitaño. Puede efectuarse cumpliendo con los deberes familiares, profesionales y cívicos, lo mismo que puede ser llevada a cabo en un marco monástico.   

Pero no vayamos a caer en el defecto de las apologías propagandísticas: esta práctica necesita un compromiso personal, unos sacrificios y una ordenación de la vida cotidiana en función de ella. Sin embargo, siendo la verdadera transformación una transformación interior, no depende de ninguna manera del contexto en el cual se vive.     

- Ausencia de proselitismo. 
Gran número de enseñanzas sectarias,  o incluso fanáticas, se caracterizan por un proselitismo intensivo en el cual unos pobres iluminados se imaginan tener la responsabilidad de “salvar al mundo”. Nosotros consideramos que es natural que toda enseñanza tenga el derecho de indicar su existencia, pero el proselitismo ardiente de algunos, que a menudo se sustituye a la necesidad de una transformación personal, es profundamente erróneo porque olvida que “el mundo” ya está bajo el Poder omnipotente de Lo Único. El hombre puede solamente ayudar a unos hermanos que ya están, por la gracia de Dios, en estado de búsqueda interior.          

- Conformidad con las Escrituras.          
Puesto que el carácter heterodoxo y dogmáticamente condenable de las enseñanzas sectarias se caracteriza por una ausencia de conformidad con le enseñanza de las Grandes Escrituras sagradas de la humanidad, invitamos a los practicantes a estudiar estas Escrituras y a comprobar cuidadosamente que ningún elemento que les es transmitido por su instructor espiritual esté en contradicción con la expresión de la Verdad que contienen.     


El grado de Realización de un instructor.   
En nuestro sistema de enseñanza, un instructor, por definición, no es una persona declarándose un ejemplo de Realización espiritual.      

Es normal que los distintos instructores no se encuentren en el mismo grado de Realización.   
  
Un instructor no tiene por qué ostentar el grado de Realización en el cual se encuentra; no hay razón para hablar de ello, porque eso no es asunto de las personas que reciben de él la iniciación, ya que no pretende ser un modelo.  

Contrariamente a lo que se imaginan los que toman contacto con nuestra enseñanza por mera curiosidad, el grado de Realización de un instructor no es importante. Lo que es muy importante es la sinceridad y la entrega desinteresada. La sinceridad de aquel que no hace de manera indebida el papel de Maestro, que se presenta con un simple compañero de eternidad transmitiendo lo que sabe con el objetivo de ayudar a los que están buscando. Desinterés económico de aquel que no saca ningún provecho material de las funciones que asume.          
Su función impersonal no consiste en “contar su experiencia”. Siempre debe hablar a partir del nivel de lo que es espiritualmente necesario para la persona  a quien se dirige y no a partir de un nivel predeterminado. Hablará a partir de lo que le permitirá “ir más lejos” al practicante, o reforzar lo que ha captado de manera imperfecta.

Un instructor considera a su personalidad como algo desprovisto de interés e importancia.
Su experiencia es fruto de su práctica y cualquier persona que recibiendo su enseñanza, consiga integrar las Verdades de la enseñanza en su vivencia de una manera más intensa que él, podrá sobrepasar el nivel de Realización que haya alcanzado. En efecto, es perfectamente posible que un instructor que avance despacio por el Sendero, o que encuentra muchas dificultades, o bien que carece de ardor, sea alcanzado y superado por una persona que él mismo ha iniciado. 


Afirmación de la divinidad del Gurú.     
Existen pseudo-Gurús que se pavonean afirmando: “Soy una encarnación divina, soy Dios mismo”. 
A estos falsificadores, les decimos: 

Perfecto, quizás hayáis comprendido vuestra Divinidad, pero olvidáis que es la misma para todos los hombres.       

Vuestro error no consiste en decir: “soy Dios”.    
          
Vuestro error consiste en imaginaros que sois excepcionales.

En verdad, todo el mundo es Dios, ya que sólo Dios existe y que la aparente multiplicidad de los seres es puramente ilusoria.

Como sólo Dios tiene el Ser, Él es el único Ser existente. Todo lo demás es ilusión.       
Si queréis dar una enseñanza espiritual, la única pregunta interesante es la siguiente:       
     
¿De qué manera lo hacéis para que los que sigan vuestra enseñanza lleguen a realizar su propia Divinidad, al disipar las construcciones y los apegos egóticos? 

Porque para “apretar donde duele”, tenemos que añadir a la atención de los pseudo-Gurús lo siguiente: Si la afirmación de nuestra Divinidad no va acompañada por una disolución egótica, no se trata de Realización, sino de la muy peligrosa y muy delirante divinización de un ego.
Ahora bien, si hay disolución egótica, existe por consecuencia una ausencia de apego y de pasiones.
No por renuncia, sino por imposibilidad, porque el desapego constituye la “señal” exterior de la autenticidad de la Realización.             
   

Respuesta a ciertas objeciones.                
Nuestras pobres y desdichadas orejas han tenido que oír el discurso siguiente: “Si os negáis a asumir el papel de Gurú, no podéis dar una iniciación y transmitir una Enseñanza.” 

Nuestra respuesta que, tomad nota, queda dentro de las normas de la cortesía, es la siguiente:   

“Transmitimos la perspectiva de la No-Dualidad. Ahora bien, como lo dicen múltiples textos tradicionales, desde el punto de vista de la No-Dualidad, no hay ni Maestro, ni discípulo. Así que nos estáis pidiendo transmitiros una enseñanza de No-Dualidad, obligándonos a empezar por traicionar esta perspectiva. Eso no deja de ser gracioso”.     
              
Siguiendo con la misma idea, debemos precisar que desde el punto de vista de la No-Dualidad, no hay ni Liberación, ni Realización, todo no siendo otra cosa que la multiplicidad de los papeles asumidos por Lo Único. 

Pero, en este caso, ¿de qué sirve enseñar?, podéis preguntar.

La respuesta es la siguiente:    

Estáis viviendo en la ilusión de la servidumbre, en la ilusión de la realización, en la ilusión de la separación de Lo Único, que es vuestra verdadera Naturaleza. El trabajo iniciático no consiste en adquirir algo nuevo, consiste en deshaceros de esta ilusión para reconocer lo que ya existe.  

En el plano pragmático, este trabajo se efectúa recurriendo a diversos instrumentos.          

Los libros son un instrumento, pero postrarse delante de libros conteniendo el Conocimiento de lo que ES no sirve para nada; lo que cuenta es comprender lo que dicen los libros liberadores.       
Asimismo, el instructor es un instrumento. Es necesario utilizar este instrumento, pero idealizarlo y establecer entre él y vosotros una distancia reverencial no os ayudará; al contrario eso reforzará la ilusión de la dualidad.
Como decía Ramana Maharshi, el instructor no es otra cosa, en la perspectiva de la No-Dualidad, que una manifestación exteriorizada de vuestro Sí. Es un aspecto de vosotros mismos, como única Realidad del todo englobante.
Teniendo en cuenta todas las tonterías que se han propagado en Occidente alrededor de la noción de gurú, vamos a daros un consejo amistoso:
Utilizad la enseñanza que el instructor os transmite, ponedlo en práctica pero no dejad vuestra imaginación delirar: no hagáis de él un gurú.
En el plan del Absoluto, todo es UNO.
En el plano de las apariencias, el instructor es un instrumento imperfecto que está transmitiendo a otro hombre imperfecto un método para realizar su verdadera Naturaleza que se sitúa más allá de las imperfecciones humanas.


Exclusividad de la relación iniciática.
Recibir la iniciación, es establecer una relación espiritual particular con un instructor. En nuestro sistema, los contactos sólo son episódicos,  pero sin embargo hay en esta relación unos aspectos invisibles que no pueden ser menospreciados. Un lazo espiritual invisible, pero muy potente, se establece entre él que recibe la iniciación y el instructor que se la da.   

Las consecuencias de este estado engendran las reglas siguientes: la relación con el instructor con el cual se trabaja debe permanecer exclusiva en lo que concierne: 
  • Las transmisiones iniciáticas.             
  • Las entrevistas de aclaración.             
  • Los diálogos liberadores.              
La persona tomada a cargo por un instructor debe trabajar con él, o con ella, hasta el final de la recepción iniciática. La especificidad del lazo iniciático que se establece prohíbe al practicante pedir a otros instructores unas transmisiones iniciáticas, entrevistas de aclaración o diálogos liberadores.  
Después de haber comenzado a trabajar con un Instructor, se debe seguir trabajando con él, aun si a veces unas tensiones, ligadas a ciertas resistencias egóticas, se producen.         
Más vale, si los encuentros físicos con el instructor se tornan imposibles en razón de un alejamiento geográfico del uno o del otro, seguir con  unas entrevistas de aclaración y unos diálogos liberadores “a distancia”, que cambiar de instructor.       

      
Designación del instructor.                       
En nuestro sistema, la persona solicitando la iniciación no puede elegir al instructor que le transmitirá la iniciación y con la cual entablará una relación iniciática  exclusiva.
Nuestra Cofradía determina libremente, en función de las disponibilidades de los distintos instructores quién toma a cargo tal o cual persona.       
Por supuesto, todos los instructores de nuestra Cofradía quedan permanentemente en contacto y cuando un instructor no puede ocuparse de nuevas demandas, busca a otros instructores que puedan hacerlo. Por consiguiente, es posible que, habiéndoos dirigido a un instructor,  sea otro él que se haga cargo de vosotros.           

   
Cambio de instructor.   
El cambio de instructor sólo se hace en caso de fuerza mayor. Defunción del instructor por ejemplo. O bien, excepcionalmente, por decisión común de dos instructores.  


Trabajo con otros instructores.        
Una persona que está recibiendo la iniciación con un instructor, o una instructora, puede participar en unos períodos de encuentros colectivos con otros instructores.  
Por lo tanto, es posible participar con otros instructores a unos: 
  • Seminarios de profundización.        
  • Jornadas de contacto espiritual.       
  • Sesiones de estudios tradicionales. 
  • Jornadas de interiorización.             
  • Talleres de meditación.                
  • Retiros contemplativos.      
  • Estancias fraternales.            

Los deberes del instructor.       
Un instructor que “se hace cargo” de una persona al aceptar transmitirle la iniciación es consciente de contraer un compromiso moral. Este compromiso es el siguiente: 

“Mientras viva, permaneceré a disposición de esta persona para transmitirle la iniciación; eso en la medida en que se esforzará  por llevar a la práctica, con sinceridad, la disciplina espiritual que le será comunicada. Así que, en la medida en que practique, me comprometo, en toda la medida de mis fuerzas, a guiarla hasta el final de la iniciación”.      
Este compromiso moral, implica la posibilidad de ruptura de contacto con la persona, cuando la práctica sea insuficiente.
Este compromiso moral, implicando que el instructor no debe intentar, de forma sistemática, “ser amable”, sino que por lo contrario, en él deben alternar espontáneamente “el Rigor” y “la Clemencia” divinos, en función de lo que aparezca necesario para esta persona.
Así que, a veces, no debe “pasar por alto” las oscuridades que deben ser denunciadas y cabe la posibilidad de hacer retroceder al practicante, pidiéndole, si se considerase necesario, que vuelva atrás en su trabajo de las etapas iniciáticas, con el fin de romper lo que debe ser roto.
La limitación de las disponibilidades iniciáticas       


Evidencia de la limitación.    
En la medida de sus posibilidades, los instructores responden de manera positiva a cualquier petición de transmisión iniciática.       
Los instructores, que se niegan a ser unos “profesionales de lo espiritual”, sólo pueden realizar, durante su tiempo libre, un número de seminarios y retiros limitado. Asimismo, sólo pueden hacerse cargo de un número limitado de personas a las cuales transmitirán las etapas de la iniciación por correspondencia y con quienes acordarán, a petición, unas entrevistas particulares.   


Las listas de espera.       
Por consiguiente, cuando las demandas de atención espiritual excedan las disponibilidades de los instructores, se informa a las personas que desean la recepción de la iniciación que están en una lista de espera y que se les contactará cuando se presenten nuevas oportunidades. 


Resistencia a la ley de la cantidad.  
El gran número de solicitantes no puede ser motivo para incitar nuestra Cofradía a modificar la pedagogía iniciática y perder así “en calidad” lo que se obtiene “en cantidad”.
Al contrario, si hay saturación en la disponibilidad de los instructores, es la calidad de los practicantes que se intentará mejorar, siendo más exigente respecto a las personas que desean recibir la iniciación, y apartando a “los tibios”. 

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