La importancia del amor y del desapego

Algunos argumentan que, dado que la vivencia gnóstica es una vivencia interna, es muy difícil apreciarla  "del exterior".

Esta objeción no es del todo pertinente, porque quien haya desarrollado algo su sensibilidad y su intuición aprehende lo que está más allá de las apariencias físicas, y puede sentir perfectamente la presencia o la ausencia de la vivencia de la Verdad enseñada. Es especialmente para el principiante que las ilusiones burdas en esta área son posibles, porque tan pronto como un buscador de la Verdad conoce los primeros momentos de Despertar, su habilidad para sentir la autenticidad de la vivencia de Despertar en los demás se acrecienta considerablemente.

Por otra parte, para paliar las deficiencias de la sensibilidad interna, la tradición nos da dos elementos objetivos para evaluar en el comportamiento de los que enseñan la autenticidad y la constancia de su vivencia. Estos dos elementos, que tienen valor universal, son:

A) En qué medida la vida del que enseña está impregnada de amor, compasión y amorosa apertura a los demás.
B) En qué medida la vida del que enseña manifiesta una actitud de desapego, de desinterés, de paz, de desapropiación.

Estos son puntos en los que es difícil engañar y todas las declaraciones tratando de negar la importancia de estos dos elementos fundamentales son extremadamente sospechosas, porque no hay ni un momento de Despertar auténticamente vivido que no exprese una atención llena de amor y de compasión respecto al prójimo y que no manifieste un desapego y una desidentificación respecto al personaje humano.