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El criterio de la vida de la persona que enseña


Es difícil para una persona que no está realizada poder evaluar el nivel de una persona considerada como siendo realizada. Sin embargo, los buscadores de la Verdad deben tener criterios para "formarse una opinión" y no seguir de manera ciega al primero que se encuentren.

La Tradición da un consejo valioso para aquellos que están buscando una enseñanza liberadora, o a un guía espiritual. Este consejo es: antes de decidir, observar la vida del que enseña. Porque las consecuencias de una enseñanza deben reflejarse en la vida cotidiana, en la cual es imposible engañar. 

Por tanto, debemos analizar la conformidad entre la vida del que enseña y las enseñanzas que da.
Este criterio nos permitirá determinar si el que enseña tiene un Conocimiento meramente intelectual, o bien si se basa en un Conocimiento vívido.

También nos da una evaluación sobre el grado de consistencia de la vivencia de lo que se enseña.
Sobre esta cuestión, es importante aclarar que todos los minutos durante los cuales un Despierto aprehende el momento presente a partir de un arraigamiento en su Realidad trascendente, su Sí, es un instante durante el cual las tendencias psicológicas pasionales y las imperfecciones egóticas no pueden manifestarse. Como corolario, hay que recordar también que mientras una vivencia realmente constante de la Gnosis no esté profundamente arraigada en el ser humano, esta vivencia se pierde y se vuelve a encontrar en un segundo.

La comprensión de este criterio nos lleva a incitar a la mayor prudencia respecto a los que profesan la teoría de que " lo que cuenta, no es la vida del que enseña, es su enseñanza". Teoría que permite dar excusa a todas las debilidades humanas y no entender lo que significa la existencia de estas debilidades. Del mismo modo, la mayor precaución debe ser observada respecto a los que disimulan su vida privada, porque este ocultamiento permite esconder muchas imperfecciones humanas que indican claramente el nivel de Realización espiritual alcanzado.

Debemos tener en cuenta que los grandes Sabios como Ramana Maharshi han vivido de una manera totalmente pública. Los Maestros auténticos no ocultan su vida personal. Viven de una manera límpida, a la vista de todos. Porque un verdadero Maestro es el que no "juega al maestro" en conferencias, entrevistas o contactos cuidadosamente preparados. Un Maestro auténtico es una persona  cuya vida diaria es perfectamente transparente.

Si una "cortina de humo" se coloca entre el que enseña y los que quieren recibir esta enseñanza; si tener contactos directos con el maestro es algo complicado o incluso imposible: ¡desconfiad!, ¡desconfiad!, ¡desconfiad! El que enseña no debe ocultarse, debe exponer su vida para que los buscadores de la Verdad puedan estimar libremente el grado de  Realización que es el suyo. Puede eventualmente proteger su vida privada, siempre que diga claramente: "Protejo mi vida privada, porque como no vivo constantemente la Verdad que enseño, esta está llena de imperfecciones." Tal actitud es honesta y lúcida, pero ése no es el caso de aquellos que esconden su vida privada para jugar al "gran Realizado", mientras que sólo son unos "pequeños realizados".

Al descubrir de las obras de los Grandes Maestros del pasado, al tener un contacto físico con un auténtico Maestro perteneciente a una de las grandes tradiciones y al ver su "forma de vida", en cada detalle, se desvela lo que sobrepasa infinitamente la vida humana, y comprendemos hasta qué punto los criticones de la tradición son mezquinos y, en último análisis, cómo merecen compasión.