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Relación entre Realización instantánea y disciplina espiritual


La Realización instantánea, que es un desgarramiento del velo de la ignorancia que pesaba sobre el intelecto, no tiene nada que ver con la práctica de una disciplina espiritual (Sâdhana) que está relacionada con la Vía de Realización progresiva. Disciplina espiritual que consiste en el respeto de reglas de vida (Yama niyama), la práctica de la meditación, unas tomas de consciencia que deben ser realizadas en el curso de las actividades, y unos ritos ocasionales.

El desvelamiento repentino de nuestro Sí ( Atmâ), es decir de lo que somos desde siempre y que caracteriza la Realización instantánea, puede producirse en el curso de una disciplina espiritual, pero igualmente en el seno de las actividades de nuestra vida cotidiana.

No se puede decir que la práctica de una disciplina provoque la Realización instantánea de forma mecánica. La prueba de ello es que un cierto número de personas logran el Despertar de la Realización instantánea sin haber practicado una disciplina. A lo sumo, se puede decir que la práctica de una disciplina favorece el surgimiento de la comprensión a la vez última e instantánea.

Por consiguiente, el Despertar a la Realidad suprema y la práctica de una disciplina son independientes. En razón de esta independencia, algunas personas que han Despertado enseñan que cualquier práctica de una disciplina es inútil. Hoy en día, abunda esta clase de enseñanza.

Estas personas tienen razón y a la vez están equivocadas.

Tienen razón cuando declaran que, para Despertar, toda disciplina resulta inútil. Pero al rechazar cualquier disciplina, cometen un grave error pedagógico. Porque el objetivo de la disciplina no consiste en provocar el Despertar, sino en instaurar un “terreno” humano favorable para la aparición del Despertar, como hemos dicho anteriormente, y además, establecer un “terreno” favorable al mantenimiento y la integración en la vivencia cotidiana de este Despertar, de esta Gnosis.

Esta es la razón por la cual preconizamos, en conformidad con las enseñanzas tradicionales, realizar al mismo tiempo la práctica de una disciplina en el nivel humano y la búsqueda del Despertar instantáneo.

En cuanto al argumento según el cual la práctica de una disciplina mantendría a los practicantes en la ignorancia, en la identificación con el hombre, resulta ser sencillamente estúpido. Porque la práctica de una disciplina se sitúa en el nivel de los actos físicos y mentales. Ahora bien, como lo dice la Bhagavad Gîta, nadie puede dejar de actuar en el nivel humano, puesto que hasta la respiración misma se asimila a un acto. Tenemos por lo tanto dos planos, a la vez distintos e indisociables: el de la Realidad absoluta que es el de nuestra Identidad verdadera, de nuestro Sí, y el de la realidad relativa del mundo y del hombre. En la Realidad absoluta: lo inmutable, en la realidad relativa: el devenir. En el devenir, el hombre es susceptible de un perfeccionamiento infinito; perfeccionamiento que será percibido por nuestro Sí, lo cual se sitúa más allá de cualquier forma de actuar, que sea de manera intelectual, mental o física.

La práctica de una disciplina espiritual mantiene dentro de la ignorancia en la medida en que existe la ilusión de un “yo” que practica, pero para quien haya despertado, no existe ya un “yo” capaz  de barrer, o un “yo” capaz de meditar. Para él, sencillamente, una práctica espiritual ocurre en el espectáculo de la vida humana pero ya no existe un practicante espiritual; lo mismo que hay pensamientos, pero ya no hay pensador.

Es siempre en el espectáculo de la vida humana que se busca una vivencia constante del Despertar instantáneamente desvelado.