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CUERPO CÓSMICO

No existe más que una Consciencia, e igualmente no existe más que un solo Cuerpo. La individualidad que vive es un fragmento de este cuerpo único, que engloba a todo el Cosmos. Este cuerpo único, en su apariencia, es una proyección del único mental. Él es cuerpo, es decir materia en su apariencia, y él es contenido del mental universal en su realidad.

Comprended que todo es Uno, y decid al ver el aspecto material de todas las cosas que son perceptibles: “Esto es mi cuerpo”. Decid al ver la vitalidad que anima a la vegetación, que corre por las venas de todos los seres y los hace agitarse: “Esto es mi vitalidad”. Decid al ver la consciencia presente en todas las formas de vida: “Esta es mi consciencia o mi espíritu”.

Libraros de toda idea de separación. Aprended a sentir vuestra presencia en la roca, la tierra, el agua, el aire, el fuego, la planta, el animal, el hombre y los seres invisibles de los que se siente su presencia. A cada categoría corresponde un estado de consciencia, es decir un tipo de percepción y todos los estados de consciencia están en vosotros. Es suficiente el contemplar una cosa o un ser para que una simpatía se establezca entre vosotros dos. Entonces, llevado por la simpatía, dejad vuestra consciencia ir hacia el objeto de vuestra contemplación y descubrir su presencia en vosotros. Tal es el proceso que es preciso realizar de una forma deliberada hasta que la percepción de la unidad sea espontánea y natural.

Sois esta consciencia única que vibra en el otro. Ved a todos los seres humanos como una parte de vosotros mismos. Coged la costumbre cotidiana de sentir la unidad con los demás. Buscad el vibrar interiormente en la misma tonalidad. Que vuestra sensibilidad participe en la del niño, en presencia del niño. Compartid el estado de espíritu y las percepciones del adolescente, del hombre, de la mujer y de los ancianos. Sentir interiormente lo que siente el otro, no quiere decir aprobar automáticamente su estado de espíritu. Debéis ser discriminadores, lo negativo, la bestia y el ingenuo deben ser sentidos como tales. Permaneced como consciencia pura, extraña a todo espectáculo y no influenciable. No os identifiquéis con el otro, pues no sois el otro, ya que sois, conjuntamente, lo Transcendente no manifestado. Identificarse con el otro, sería de nuevo reducirse a las dimensiones de una individualidad. No os reduzcáis, pero absorbed al otro en vuestra realidad englobante del instante.

Para eso, haced callar al mental, permaneced totalmente silenciosos, atentos, receptivos. Abierto perfectamente al otro. Entonces, en esta apertura total frente al que tenéis delante, vuestra sensibilidad se extenderá y participaréis, al principio confusamente, después con una claridad creciente, de su estado de consciencia.

Es la barrera de los pensamientos la que impide a las consciencias comunicarse. Retirad vuestra barrera personal, y lo que experimenta la consciencia del otro os será conocida. No existe más que una Consciencia. Esta Consciencia toma la apariencia de la fragmentación, y se vuelve un conjunto de consciencias egóticas. Pero, ¿qué es el ego sino un conglomerado de pensamientos?. Es, pues, el pensamiento individualizado, quien crea en el seno de la universal y global Consciencia una multiplicidad ilusoria de egos.

Y es por esto que es en el silencio del pensamiento y, por tanto en la abolición del ego, cuando la separatividad e individualidad ilusoria desaparece. Dejad de encerraros en esta estrechez de la consciencia que representa la consciencia individual. Volveros cósmicos e infinitos. Dad a la consciencia su verdadera grandeza sin límites. No os identifiquéis más, por medio de un proceso mental de apropiación ilusoria, con el hombre que es percibido. Identificaros con la Pura Consciencia, que impregna el universo entero y lo transciende.

El mental no puede darse cuenta adecuadamente de esta noción. Si nos amparamos en él, la traiciona y la deforma. Es en el silencio de su superación cuando la unidad cósmica es correctamente captada. Cuando es el mental quien toma la noción de la unidad cósmica, se produce un aumento desmesurado del ego. Es el ego quien absurda y estúpidamente piensa: “Yo soy todo eso”. Tal comprensión es falsa. En verdad yo soy todo eso, pero si lo soy es porque no hay más que un “yo”, y ese “yo” es el de Dios. Dios que es el que Es. Es decir el solo y único que Es. En otros términos, si yo soy Dios, es porque el yo personal es ilusorio. Así, la identificación transcendente tiene por inseparable corolario la aniquilación personal. Yo me aniquilo cuando comprendo que sólo existe el Todo. Cada personalidad está formada por la combinación de ciertos elementos del Todo, pero en realidad no existe más que el Todo que se manifiesta en forma diversa. Como hombre nada me pertenece. Cuando al mirar la personalidad física, mental y sentimental, sé que no existe en ella más que el juego de las fuerzas impersonales de la Naturaleza; que ningún sentimiento particular y ningún pensamiento específico soy yo; que ninguna característica física individual soy yo; cuando en cada manifestación individual veo una manifestación de lo Cósmico, entonces yo soy aniquilado, y estoy maduro para la identificación con lo Transcendente, que no es otra cosa que el reconocimiento y la comprensión de nuestra verdadera identidad.

Llegad a este estado de unidad universal por medio de etapas sucesivas. Utilizad todos los contactos con los otros para profundizar en vuestro sentimiento de unidad.

Esforzaros, en el silencio del pensamiento y la intensidad de la receptividad atenta, en compartir mental y corporalmente el estado de  consciencia de la gente con la que tenéis relación. Que ninguna repulsión posible os detenga. Aceptad la percepción de sensaciones mentales y corporales impuras de los otros. No os dejéis ni impregnar ni influenciar por ellas. Aceptad su percepción en toda quietud.

Cuando miréis a alguien, miradlo como una parte de vosotros mismos, y observad lo que este aspecto de vosotros mismos os revela. Cuando el otro ya no sea considerado como algo separado de vosotros, disfrutaréis con la belleza y el amor que os encontraréis en los otros. Vuestros corazones vibrarán al unísono, y reforzarán mutuamente su luz.

En presencia del mal, de la perversidad, del egoísmo y de la ignorancia, sufriréis. El hombre individualizado se rebela contra el mal, pero aquel que ha superado su individualidad y encuentra su unidad con el Todo, no puede rebelarse. Pues, ¿contra quién podría rebelarse?. En todo no encuentra más que a él mismo. Los aspectos tenebrosos del Cosmos son como una llaga infectada y el único bálsamo cicatrizante es el del amor. ¿Quién, sintiéndose enfermo, no buscará el curarse?. Es por lo que teniendo consciencia de la unidad universal sentiréis despertarse en vosotros una compasión sin límites; y cada vez que os encontréis el mal, sentiréis una ola de amor y de luz derramarse sobre el otro para curarlo.

Para que el Cosmos llegue a la perfección, el amor debe derramarse incansablemente sobre él.

Todos los hombres tenebrosos son aspectos de vosotros mismos que no han sido tocados por la luz. Difundid la luz y el amor sobre ellos. Amad vuestro cuerpo cósmico. Tened compasión de él, y con una infinita dulzura sanad sus llagas, con el silencio del amor secreto que se irradiará fuera de vosotros.

Todo no creyente es una célula del cuerpo cósmico a la que le falta calor. Todo sádico y todo criminal es una célula enferma de vuestro cuerpo cósmico.

Sois el cuerpo de Dios, y vuestra consciencia es el Espíritu de Dios.

No os creáis puros y aislados. Ved todas las ignorancias, todas las estupideces, los egoísmos y todas las crueldades humanas, como parte integrante de lo que sois.

No hay más que un mental que engendra el sueño del universo; y ¿de dónde vienen todas las cosas negativas si no es de este único mental, que es vuestro mental como lo es el de todos?.

Todas las enfermedades, los pecados y los horrores del mundo, son las de vuestro mental. Es lo que aparece en el campo de vuestra consciencia. Es la pantalla de vuestras percepciones. Es lo que vosotros sois en vuestra manifestación mental.

Aceptad este hecho doloroso. Sentid que sois inseparables de todo lo que es feo.

Cesar de ver el mal, lo impuro y lo negativo como separados de vosotros. Reconoced en él vuestros propios contenidos mentales. ¿Quién percibe esto sin vosotros?.

Vuestra Esencia es Consciencia Pura, y ¿qué es vuestra manifestación sino lo que es percibido por vuestra consciencia?.

Sois eso en vuestra manifestación. La idea de la separación y del individualismo os hace creer que estáis separados de lo que percibís, pero no lo estáis. En vuestra manifestación sois lo que percibís, mientras que en vuestra Esencia Transcendente sois el Testigo de todo lo que se percibe.

Al comprender esto, ya no sois una individualidad que realice su salvación y su pequeña liberación personal, vosotros sois inseparables del mundo y el peso del mundo reposa sobre vuestras espaldas.

Alcanzáis el estado de consciencia crística, en la que cargáis todos los pecados del mundo. Os cargáis con ellos al asumir que son vuestros pecados y que sois inseparables de ellos.

Entonces crece en vosotros un poderoso deseo de Redención. Queréis en vuestro cuerpo sufriente, identificado con el universo, volveros puros y acceder a la unión Divina.

Vuestra aspiración crece y crece sin parar. Todos los dolores, los horrores y las injusticias del mundo sangran en vosotros. Y este caudal de sufrimientos, esta carne cósmica tumefacta, aspira a la luz y grita hacia la paz y la claridad Divina. Y en vuestro esfuerzo de elevación espiritual arrastráis con vosotros al universo, ya que el mundo os ha revelado que era inseparable de vosotros. Vuestra realización espiritual es la del mundo entero. Ya no sois una individualidad, sois una manifestación del único Catalizador, del único Redentor, que levanta el mundo y lo lleva hacia Dios, del cual es la manifestación. Mientras que la totalidad del cosmos no esté unida a Dios en su Transcendencia, no estaréis en paz y sufriréis. Mientras que el universo esté separado de Dios porque no tenga consciencia de su unidad con lo Inefable, existirá en vosotros un dolor, una grieta que deberéis intenta cerrar y apaciguar.

En este estado no sólo existe el dolor que os es dado, existe, también, una alegría inmensa, pues en lugar de tener como meta mezquina la realización espiritual de una individualidad, es la realización espiritual del universo entero, del cual sois inseparables, y por la cual trabajáis. Sois un Bodisattva, habéis renunciado a una realización espiritual separada. Vuestra realización personal no se cumplirá sino después de sumas de tiempo inconmensurables a escala humana, cuando la realización del universo entero se realice. Y esto es así porque en vosotros está el universo.

Sentid al cosmos evolucionar hacia Dios. Sentid el trabajo de la Gracia en todos los seres, y participar en este trabajo. Ser indisociable de su realización. ¡Qué alegría indescriptible!.

Sois la luz en cada ser, sois la alegría y la felicidad que impregna el cosmos. Sois todas las alegrías, todas las beatitudes y todos los amores. Pues no hay más que un amor que es paz y beatitud. No hay más que un amor diversamente presente en todos los seres, este amor es el vuestro.

Esto es lo que os será otorgado si aceptáis superar los límites del cuerpo individual, para identificaros con el cuerpo cósmico.