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Las condiciones para recibir la iniciación

- Una historia de familia.
Cualquier enseñanza se dirige a una “familia de espíritu”.
La pregunta que surge es saber si pertenecéis a la misma “familia de espíritu” que nosotros.
En el seno de la brevedad de una existencia humana, resulta importante esforzarnos por determinar esta pertenencia por dos razones:
Es importante para vosotros, con el fin de evitar que perdáis vuestro tiempo en un Sendero que no os corresponde.
Es importante para los instructores, para que eviten perder tiempo con personas que no tienen las predisposiciones requeridas para la asimilación de la enseñanza que transmiten.
Observación:
¡No nos digas que el tiempo sólo es una ilusión, porque ya lo sabemos! Queda implícito que hay que evitar “perder tiempo” en el seno de la ilusión temporal.

- Características de una persona que puede recibir la iniciación. 
Únicamente los que se sintiesen en correspondencia con estas condiciones podrán recibir la iniciación que dispensamos, porque tendrán con nuestra Enseñanza las afinidades requeridas.
Toda Enseñanza espiritual realizadora, yendo más allá de la aceptación exotérica de un credo, se dirige a una categoría de personas que, por predisposición, se encuentran en armonía con la especificidad estructural de esta Enseñanza.
Por lo tanto, lejos de intentar convencer y «convertir» a los que entran en contacto con nosotros, explicamos las condiciones intelectuales necesarias para ser capaces de recibir la iniciación que impartimos.
Una ausencia de acuerdo profundo con estas diferentes condiciones previas vuelve la transmisión iniciática estéril.
Las condiciones requeridas son las siguientes:
- Creer en la existencia de una Realidad trascendente.
- Creer que esta Realidad ha sido revelada a los hombres y que esta Revelación está contenida en las grandes Escrituras sagradas de la humanidad.
- Creer en la existencia de una vida póstuma y en su finalidad espiritual.
- Adoptar la perspectiva del universalismo espiritual.
- Estar decidido a practicar una disciplina espiritual seria y exigente.
- Comprometerse a respetar el secreto iniciático.
Vamos ahora a detallar estos puntos:

- Existencia de la realidad trascendente. 
Para recibir la iniciación que ofrecemos, hay que creer en la existencia de una Realidad trascendente.
Si tenéis una « voluntad de evolución espiritual », si queréis efectuar con nosotros un « trabajo espiritual » ello implica necesariamente que creéis en la existencia de un Principio supremo, de una Realidad trascendente.
Poco importa si llamáis a este Principio Dios, Brahman, Tao, o Nirvana, sólo se trata de etiquetas.
La creencia de la primera condición: la existencia de una Realidad trascendente, sin importar el nombre que se le dé y la forma en que se la conciba, implica el rechazo del ateísmo y del materialismo que, precisamente, se caracterizan por la negación de esta Realidad.

- Consecuencias de la negación.
Si negáis la existencia de esta Realidad transcendente, con todas las consecuencias que eso implica, no estamos hechos para trabajar juntos. Estudiad lo que originó vuestra negación y, más tarde quizá, si os habéis salido de vuestra negación, contactad con nosotros.
No tenemos tiempo que perder con los ateos y los materialistas. Entrar en polémicas con ellos, intentar convencerles de la atrofia intelectual e intuitiva de las cuales padecen es un trabajo necesario y honorable, pero incumbe a otras personas.

- Revelación de esta Realidad. 
Esta Realidad totalmente trascendente, en razón misma de su absoluta transcendencia, habría permanecido ignorada por los hombres si no se hubiese Revelado a ellos
Reconocer el carácter divinamente inspirado de las Escrituras del hinduismo y de las demás grandes tradiciones es un acto de fe. No podéis “tener la prueba” del hecho que han sido Reveladas. Lo aceptáis como un acto de fe, adherís intelectualmente a las Escrituras cuya autoridad espiritual reconocéis, o no lo hacéis.

- Vida póstuma. 
Para recibir nuestra iniciación hay que creer también en una existencia no corporal, de una vida y de una finalidad póstuma.
Notemos que en lo que concierne al hecho de “saber” que esta vida póstuma existe, es evidente, salvo los casos en los cuales unas experiencias extranormales han sido vividas, que la cuestión  de la vida póstuma no es objeto de un saber concreto, sino el objeto de una adhesión por una acto de fe.
Sin embargo, si estudiáis detenidamente la enseñanza de todas las grandes tradiciones, podéis constatar que ninguna espiritualidad auténtica puede existir sin la firme creencia en la existencia de una vida póstuma. Se trata de una creencia elemental. Ahora bien, uno no puede elevarse hacia las cimas de lo espiritual sin tener una base conceptual sólida.
La creencia en la existencia póstuma es fundamental, porque la significación y la finalidad de la vida humana se sitúan en lo que ocurre después de la muerte. Uno no puede pretender realizar unos pasos espirituales al mismo tiempo que niega la existencia de la vida póstuma, o se refugia en el claroscuro del escepticismo o del agnosticismo.

- Respuesta a una objeción:
Algunos podrían objetar: habla de finalidad póstuma, mientras que en sus enseñanzas dice que la vida póstuma es una proyección ilusoria de la mente.
La respuesta a esta objeción es:
Las cosas son más sutiles de lo que pensáis. Vida póstuma y vida encarnada son idénticamente ilusorias si se miran desde el punto de vista de lo Absoluto; sin embargo, para el hombre que comete el error de imaginarse que es un individuo, que está separado del Absoluto, estas dos modalidades de existencias constituyen la realidad aparente en la cual vive. Por otra parte, decir que la vida encarnada y la vida póstuma están en el sueño del Absoluto desprovisto de realidad profunda, no quiere decir que  este sueño esté desprovisto de finalidad.

- La ausencia de confusión con el cuerpo.
La creencia en la existencia de una vida póstuma implica el hecho de no confundirse con el cuerpo. En efecto, para aquel que se confunde con el cuerpo físico, no podría haber una existencia póstuma.
Creer en la vida póstuma, es creer que somos, en el nivel individual, un alma y un espíritu que residen en el cuerpo físico y le dejan en el momento de la muerte.
Esta noción elemental era común a todas las religiones y todas las tradiciones espirituales. Los que no lo aceptan están perdiendo su tiempo al leer lo que escribimos.

- La refutación del materialismo.
Los ateos y los materialistas piensan que pensamientos y consciencia son producciones de la actividad cerebral. Si es así, no hay ni vida póstuma, ni ninguna forma de espiritualidad posible, puesto que toda espiritualidad descansa sobre la afirmación de una vida incorpórea.
Para nosotros, los progresos de la neurología permiten determinar las condiciones en las cuales el cerebro puede ser el transmisor del pensamiento del alma y el receptáculo de la consciencia.
Respondamos a la teoría materialista:
El materialista cree que el pensamiento y la consciencia son unas producciones del cerebro. Lo que nos opone al materialista, no son los descubrimientos de la ciencia moderna, sino la interpretación filosófica que hace de estos descubrimientos. Interpretación filosófica que él no presenta como tal interpretación filosófica, sino que la mezcla  con los hechos científicos, con el fin de «hacer creer» a las mentes crédulas que la ciencia «prueba» la legitimidad de su posicionamiento. Por consiguiente, tenemos que contradecir su teoría y acusarle de engaño intelectual, a no ser que se trate de una falta de lucidez y de una repetición inconsciente de ciertos prejuicios.
Expliquémonos:
La ciencia sólo puede determinar las condiciones neurológicas que permiten constatar la existencia del pensamiento y de la consciencia.
A partir de estos hechos científicos, dos interpretaciones filosóficas son posibles:
La interpretación materialista que pensará que el cerebro crea el pensamiento y la consciencia.
La interpretación espiritualista a la cual nos adherimos, que piensa que el cerebro no hace más que captar el pensamiento y permitir la manifestación de la consciencia.
Para nosotros el asiento del pensamiento se encuentra en el alma inmaterial y toda deterioración del cerebro impide, o dificulta, la manifestación física del pensamiento.
En cuanto a la Consciencia, sólo está presente en el cuerpo humano si el cerebro permite su presencia. Pero deducir la desaparición de la Consciencia de su imposibilidad de manifestación cerebral es tan absurdo como si, en una conversación telefónica, dedujéramos de una avería del aparato la desaparición de nuestro interlocutor. 
Cada uno está libre de sus posicionamientos filosóficos, pero importa no confundir la ciencia con la filosofía.

- Adoptar la perspectiva del universalismo espiritual.
Comprended que, intelectualmente, sólo podéis elegir entre tres posicionamientos posibles:
Consideráis que las grandes tradiciones en su conjunto no conocen la Verdad. En este caso, cualquier paso hacia la profundización en un Sendero tradicional, os queda cerrado.
Consideráis que, entre las grandes tradiciones, únicamente una conoce la Verdad, o bien que entre las grandes tradiciones, hay una que es superior a las otras. En este caso, sois unos sectarios y no tenéis nada que hacer con nosotros.
Consideráis que el conjunto de las grandes tradiciones, a pesar de los puntos oscuros y de los errores inherentes a toda organización humana, converge en su cima hacia la experiencia de la misma Realidad trascendente. En este caso, sois bienvenidos entre nosotros.
Por consiguiente, es importante que toméis una posición clara a este respecto. Fijaos que se trata de una adhesión “de principio”. No se os pide que hayáis comprobado después de largos estudios que, efectivamente, todas las grandes tradiciones convergen. Se trata de tomar posición en el plano de los principios.

- Los ocho puntos del razonamiento.
Podemos resumir en ocho puntos el razonamiento que lleva a adoptar la perspectiva del universalismo tradicional que proponemos y con el cual toda persona que quiera trabajar con nosotros en el Sendero espiritual debe sentirse de acuerdo.


- 1er punto.
Después de haber aceptado la existencia de la noción de Trascendencia, nos preguntamos si existe una Trascendencia o si hay varias. La reflexión lógica nos lleva a la comprensión de la necesidad de una única Trascendencia. Sin embargo, constatamos que al lado de esta trascendencia, los contactos con seres o fuerzas hiperfísicas son posibles (espiritismo, macumba, vudú, magia evocatoria, etc.)
Todas las tradiciones afirman por lo demás la existencia de seres hiperfísicos (ángeles, demonios, devas, asuras, espíritus diversos).

- 2er punto.
Después de haber aceptado la existencia de una Realidad trascendente única, nos hacemos la pregunta: ¿de dónde viene el conocimiento de esta Realidad? ¿De la filosofía o de las Tradiciones? Si optamos por la filosofía, eso quiere decir que es la reflexión humana individual lo que determina la naturaleza de esta Realidad. En consecuencia, cualquiera puede decir cualquier cosa. Si optamos por la noción de Tradición, como René Guénon entiende este término, eso implica que todas las Grandes Tradiciones tienen un origen suprahumano y son fruto de una Revelación, de una Intuición trascendente.
Es lógico pensar que el espíritu humano no puede conocer por sí mismo lo que sobrepasa infinitamente sus propios condicionamientos estructurales. La Revelación es la irrupción de la Trascendencia en la historia humana.

- 3er punto.
Después de haber aceptado el punto anterior, la pregunta llega a ser: ¿Cuáles son las tradiciones depositarias de una Revelación o de una Intuición trascendente?
Tres posicionamientos son posibles:
El sectarismo exclusivo. Consiste en considerar que una única tradición es la depositaria de la Verdad sagrada revelada.
El  sectarismo moderado: consiste en considerar que una sola tradición ha recibido la Revelación integral y que las demás sólo tienen unos fragmentos de ella.
El universalismo: consiste en pensar que todas  las Tradiciones han recibido una Revelación. Las diferencias doctrinales aparentes son el resultado de la diversidad de los contextos culturales y de la multiplicidad de las aproximaciones posibles a la misma Verdad.

- 4° punto.
Después de haber aceptado el posicionamiento del universalismo, nos vemos confrontados con el problema siguiente: existe una multiplicidad de tradiciones y de enseñanzas espirituales. Entre ellas, hay unas que son radicalmente incompatibles, y otras totalmente aberrantes. No podemos, bajo el pretexto de universalismo, declarar que todo el mundo tiene razón. Nos hace falta entonces una base doctrinal, un punto de referencia que nos permita separar el error de la verdad.


- 5° punto.
Como el Principio transcendente es omnipotente, no podemos imaginar que la historia humana escape a Su voluntad. En consecuencia, las seis grandes Tradiciones de la humanidad, a saber: las Tradiciones hindúes, chinas y budistas para la vertiente oriental, y las Tradiciones judías, cristianas y musulmanas para la vertiente semita, pueden, con razón, ser consideradas como sostenidas por la Potencia divina. Y ello, con independencia de las imperfecciones que son inherentes a toda comunidad humana. Por consiguiente, estas seis grandes Tradiciones constituyen para nosotros los fundamentos del universalismo y es la razón por la cual, en nuestros estudios comparativos, privilegiamos el estudio de estas seis tradiciones.

- 6° punto.
Cada una de las seis grandes Tradiciones se refiere a un corpus escriturario. Las nociones de ortodoxia o de heterodoxia en relación con una tradición se definen por su conformidad con estas Escrituras. En la óptica del universalismo tradicional que es el nuestro, el criterio de la referencia escrituraria queda valido, pero además se extiende al corpus escriturario de las seis grandes tradiciones. Es a partir del contenido de estas Escrituras que apreciamos la validez o la no validez de las Tradiciones secundarias y de toda enseñanza espiritual.
Un estudio comparativo nos enseña  que las mismas verdades fundamentales son repetidas desde la prehistoria. Toda enseñanza espiritual ortodoxa, a la luz del universalismo, repite las mismas verdades  con una formulación y unos símbolos que pueden serle propios y originales. Toda enseñanza heterodoxa, a la luz del universalismo, entra en contradicción con ciertas verdades fundamentales.

- 7° punto.
Adoptar la perspectiva del universalismo no implica, de ninguna manera, una forma de renuncia con respecto a tal o cual tradición, ni ninguna conversión a una nueva forma de espiritualidad. La persona que tiene un vínculo confesional debe volver a encontrar en la perspectiva universal la totalidad de las afirmaciones doctrinales de su Tradición. Estas afirmaciones encontrándose integradas en una estructura más amplia que abarca al conjunto de las Grandes Tradiciones.
Por otra parte, el universalismo se relaciona con lo que René Guénon llamaba: «el acuerdo sobre los Principios». No puede concernir a la práctica religiosa. Cada persona vinculada a una confesión particular debe conservar su práctica religiosa pero adoptar al mismo tiempo la comprensión del universalismo. Mezclar varias prácticas religiosas no se relaciona con el universalismo, sino con el error del sincretismo.
Si bien la especificidad de cada práctica religiosa debe ser conservada, los caminos esotéricos de las Tradiciones convergen hacia una Gnosis universal. Es la razón por la cual nuestra Cofradía invita a los creyentes a conservar su vinculación y sus prácticas exotéricas pero superponiendo a éstas, al mismo tiempo, la práctica esotérica que transmitimos (sin contradicciones posibles, puesto que no se trata del mismo nivel).

- 8° punto.
Esta perspectiva del universalismo tradicional corresponde a una corriente de pensamiento llamado el Perennialismo. Esta perspectiva, que todos aquellos que se adhieren a nuestra enseñanza deben estudiar paralelamente a su práctica espiritual, está desarrollada en los trabajos de una serie de autores, entre los cuales  mencionaremos a René Guénon, Ananda Coomaraswamy, Frithjof Schuon, Titus Burckhardt, por citar sólo a los más importantes.
La explicación de esta convergencia permite al practicante realizar en qué consiste el Corazón espiritual y esotérico de todas las tradiciones.
El que se adhiere a la aproximación al Perennialismo sabe que su caminar espiritual le permite avanzar hasta lo que constituye, en modo personal y devocional, la culminación de las místicas judías, cristianas, musulmanas, así como de la Bhakti hindú. Sabe igualmente que llega, en modo impersonal, a la suprema Gnosis (Prajnâ) que está en el corazón del Advaita, del Budismo y del Taoísmo.
Esta  convergencia entre la devoción mística y la Gnosis ha sido afirmada por  Sri Ramana Maharshi en múltiples ocasiones.
Tal convergencia universal sólo puede llegar a ser efectiva en una experiencia de la Trascendencia que mora en lo más profundo de nosotros mismos.

- Observación. 
Debemos echar abajo una serie de prejuicios al afirmar que esta experiencia  está reservada a los grandes Místicos o bien a los Gnósticos herméticos. Es posible para cada uno, en la limpidez de una perfecta transparencia accesible a todos, como lo ha explicado tantas veces Sri Ramana Maharshi.
Es así porque no se trata de obtener algo nuevo, sino al contrario de realizar, en nuestra vivencia interior, lo que somos desde siempre en nuestra eternidad, fuera del tiempo, del espacio y del cuerpo.

- Estar decidido a practicar una disciplina espiritual seria y exigente
La importancia de la práctica de una disciplina espiritual, de una Sâdhana, impregna toda la tradición hindú. Hasta se puede decir que una de las especificidades del hinduismo reside en una «aproximación experimental de lo espiritual». Aproximación de auto-experimentación cuyas disciplinas espirituales (Sâdhana) constituyen la metodología.
Para los que tienen una orientación devocional y que este lenguaje puede chocar, añadiremos que esta aproximación no menosprecia de ninguna manera la importancia teológica de la gracia divina. Por una parte, porque la capacidad para practicar una disciplina es un don de la gracia; por otra parte, porque el conjunto de las practicas espirituales puede ser considerado como un proceso de apertura a la gracia y a su influencia santificadora que, en razón del amor de Dios, está constantemente disponible para todos los hombres, los cuales, en su gran mayoría, permanecen sin embargo impermeables a su irradiación.
En las exigencias de la práctica espiritual que proponemos, hay tres ejes principales:
- Una purificación ética y un dominio  de sí mismo por el respeto de un conjunto de Reglas de vida.
- Una práctica regular del recogimiento.
- La cultura de la vigilancia en el seno de las actividades cotidianas.
A eso se añade la práctica  opcional de ritos teúrgicos.

El caso de algunos buscadores de la Verdad.
Algunos buscadores espirituales, auténticos y sinceros, han caído bajo el encanto de las peligrosas sirenas de las enseñanzas modernas relativas al Despertar y la No-Dualidad, que afirman que no hay “nada que hacer”; ninguna disciplina que practicar, ningún sacrificio  que aceptar, puesto que ya somos la trascendencia del Sí.
Es en parte para estas personas que hemos escrito esta “carta abierta, para convencerles de su error y, si eso resulta imposible, para apartarles de nuestra enseñanza.
Volveremos posteriormente, en este texto, sobre las raíces de esta ilusión.
De momento, de manera breve, limitémonos a decir que descansa sobre una confusión entre el nivel de la Realidad eterna de nuestro Sí, jamás obtenido ni jamás perdido, y el nivel del hombre, de la mente humana. Decir que “no hay nada que hacer”, cuando nos situamos en el nivel del Sí, es una tontería, puesto que el Sí es siempre no actuante. La disciplina necesaria concierne al hombre que, como lo afirma la Bhagavad Gîta, no deja nunca de actuar. La ignorancia del Sí es fruto de las actividades erróneas de la mente y del intelecto y es por la acción de la práctica de una disciplina que podemos corregir este funcionamiento metafísico nefasto.
En cuanto a debatir acerca de la legitimidad de tal o cual aspecto de la disciplina que transmitimos, no hay motivo, para nosotros de hacerlo. Una disciplina espiritual tradicional, es una receta de realización. Una receta cuya eficacia ha sido demostrada por generaciones de practicantes, y que tiene sus raíces en la experiencia y la enseñanza de los Sabios. No es competencia de los buscadores discutir sobre esto o aquello. Nos sometemos a una disciplina tradicional, con la humildad y la confianza requeridas, o bien nos vamos en busca de la ilusión de una Realización espiritual que obtendremos sin dificultad y sin esfuerzos. Hay gente que vende este tipo de cosas…

- Las Reglas de vida
Lo que llamamos las Reglas de vida son un conjunto de prescripciones morales y ascéticas. Estas Reglas de vida constituyen un escollo  para muchos «Buscadores de la Verdad» contaminados  por la mentalidad moderna.
Una serie de mandamientos éticos y ascéticos, correspondiente a lo que llamamos « Reglas de vida », han sido siempre prescritos como constituyendo el preludio indispensable para todo camino hacia la No-Dualidad.
En la estructura del ashtânga-yoga de Patanjali, estructura a la cual se conforma el Noviciado, las Reglas de vida corresponden a los Yama y Niyama, es decir a las « Prescripciones » y a las « Prohibiciones ».
Prescripción y prohibiciones que son enseñadas igualmente en diversos Upanishads, así como en la Bhagavad Gîta, y que  por lo tanto son inseparables de la enseñanza del Advaita que se funda sobre estas  Escrituras.
Notemos aún que las Reglas de vida que transmitimos están en conformidad con las exigencias de la Sâdhana castustayam, es decir « la disciplina espiritual de la cuádruple calificación necesaria para la experiencia de la No-Dualidad».
Al  considerar que la aceptación  de las Reglas de vida constituye una exigencia para toda recepción de la iniciación, no hacemos otra cosa que conformarnos a  una evidencia elemental, que nadie piensa en poner en duda en los medios tradicionales.
Ahora bien, es precisamente de esta evidencia, de este fundamento de lo espiritual, de lo cual se quieren librar todos los que proponen una enseñanza de la No-Dualidad fuera de toda estructura tradicional. No les seguiremos en este terreno, porque pensamos que la purificación del « receptáculo humano », o para retomar otra imagen: « la claridad del espejo » condiciona la posibilidad del reflejo de nuestra Realidad trascendente en la trama de los fenómenos. Y precisamente, la Gnosis (Jnâna) no es nada más que esto: el reflejo del Absoluto en el seno de la fenomenología humana.

- Exigencias de las Reglas de vida
Les Reglas de vida contienen ciertas exigencias entre las cuales:
- La No-Violencia como consecuencia del amor al prójimo.
- Un estricto respeto de la honestidad y de la veracidad.
- El dominio alimenticio incluyendo el régimen vegetariano y el hecho de ayunar a intervalos regulares durante una jornada.
- La ausencia del consumo de cualquier bebida alcoholizada y el rechazo de toda adicción.
- Un dominio sexual que se caracteriza por una vida sexual monógama y unos períodos de continencia.
- El desapego respecto a los seres y a las cosas del mundo. Lo que no implica ninguna renuncia al mundo, ningún abandono de la familia y del trabajo, pero que consiste en cultivar una actitud interior en la cual podemos amar y cumplir con nuestros deberes sin apegarnos.
- La aceptación intelectual  de la autoridad de los Vedas como Escritura sagrada, su estudio, así como el estudio regular de los textos conteniendo la Enseñanza del Advaita.
- Un trabajo de dominio de los pensamientos rechazando todo pensamiento negativo, todo pensamiento contrario a las Reglas de vida.
- Para las personas cuyo trabajo espiritual será de naturaleza devocional (Bhakti), a estas Reglas se añade:
A). La adopción de una actitud de ofrenda de nosotros mismos y de nuestras actividades al Señor del cual llegamos a ser el  servidor.
B). La sumisión a la voluntad divina que rige las circunstancias a las cuales nos vemos sometidos y la totalidad de nuestro destino.
C). La apertura al influjo de la gracia divina que debe tomar la dirección de nuestra vida.
- Para las personas cuyo trabajo espiritual no sea de naturaleza devocional, lo equivalente al enfoque devocional será obtenido por el hecho de que:
A) El hombre debe llegar a ser el servidor y el portavoz de la Realidad trascendente que se refleja en él.
B) Que él debe someterse a las características y a los deberes de su destino personal, que no es fruto de la casualidad, sino que, por el contrario, expresa la relación de interdependencia entre el Todo y la parcela.
C) Que él debe aprender a abrirse al influjo de la Potencia de Despertar que debe llegar a dirigir su vida.

- Una precisión sobre la exigencia de las Reglas de vida.
La recepción de la iniciación, y la superación de sus contrafuertes que constituye el Postulado presuponen la aceptación  de las Reglas de vida.
Entendámonos, la aceptación de las Reglas de vida no debe ser confundida con su respeto perfecto en acto, en palabra y en pensamientos. Lo que implicaría un estado de santidad. Ahora bien, si sólo los santos pudiesen recibir la enseñanza, ¡los instructores no tendrían mucho trabajo!
Lo que se requiere es, en el nivel intelectual, un profundo acuerdo con la perspectiva de las Reglas de vida, y es igualmente, en el nivel de la voluntad, la manifestación de un esfuerzo sincero para acercarse poco a poco al ideal humano que ellas representan.
Por lo tanto, el margen de imperfección humana se tiene perfectamente en cuenta.
Lo que es esencial, es la sumisión intelectual a los mandamientos de los Maestros así como la humilde voluntad de hacer todos nuestros esfuerzos para avanzar en la Vía del perfeccionamiento individual.
El orgullo, que no es otra cosa que la inflación del ego velando nuestra Identidad verdadera, constituye un gran obstáculo.
Quien posee múltiples defectos, pero les reconoce como tales y se esfuerza por corregirlos es apto para la iniciación, a pesar de sus impurezas relativas.
Quien no reconozca sus defectos y no se esfuerce por corregirlos es presa de una impureza profunda, que le incapacita para recibir la recepción iniciática.
Los más alejados del Sendero son estos pseudo gnósticos que, bajo el pretexto de una cierta comprensión, que a menudo va acompañada por algunas experiencias intuitivas, se imaginan ser unas personas perfectas que se sitúan más allá del bien y del mal, y que justifican por esta pseudo superación la expresión de sus pasiones.
En realidad sólo nuestro Sí (Atmâ), nuestra Identidad trascendente y verdadera, se sitúa más allá del bien y del mal, más allá del Conocimiento (Para-Vidya) y de la ignorancia metafísica (avidya) ; mientras que el hombre permanece para siempre  integrado en las leyes de causa y efecto  (karma), lo que implica, en el seno de su fenomenología subjetiva, la lucha entre el bien y el mal, el obstáculo de los apegos y de la ausencia de dominio de sí mismo, la ayuda del desapego y del dominio de sí mismo y finalmente la superioridad del Conocimiento sobre la ignorancia.

- Observación.
No nos hagáis preguntas sobre el detalle de estas Reglas de vida. Un folleto que será reservado exclusivamente a ellas os será enviado si decidís seguir el Sendero que proponemos. Por el momento, os daremos una aproximación muy sucinta, de manera a permitiros comprobar si estáis dispuestos a aceptar este tipo de obligaciones.
Como se puede comprobar al comparar las exigencias requeridas para aquellos que siguen una vía de devoción con los que siguen una vía no devocional, la diferencia reside sobre todo en la terminología, porque detrás de los posicionamientos personales, las mismas realidades y necesidades espirituales se vuelven a encontrar.

- El antinomismo
En una serie de textos tradicionales se afirma que se debe ir más allá de las nociones conceptuales del Bien y del Mal.
Después de haber insistido sobre la importancia de las Reglas de vida, que se fundan evidentemente sobre la distinción entre el Bien y el Mal, nos parece importante subrayar, con una pequeña sonrisa escondida,  que estamos totalmente de acuerdo con esta exigencia de superación.
Nuestra « pequeña sonrisa escondida » es provocada por el hecho de que numerosas personas ven en las enseñanzas que incitan a la superación conceptual del Bien y del Mal, y que es generalmente llamado « antinomismo », una negación radical de la moral tradicional. Eso constituye un buen ejemplo de la sutileza de los diferentes niveles considerados por la perspectiva tradicional. Sutileza que, desafortunadamente, escapa a algunos.
La mentalidad moderna es una visión horizontal, porque las cosas se encuentran  todas « en el mismo nivel» y por lo tanto estamos « a favor de la moral », o « a favor del antinomismo ». La perspectiva tradicional es jerárquica, y por consiguiente lo que es válido en un nivel deja de serlo en el nivel superior. Así, en el nivel de la mente y de la psicología humana, existe la necesidad de observar las Reglas morales, de intentar obrar para el Bien y luchar contra el Mal. En cambio, en el nivel superior, en el nivel de nuestra consciencia, de nuestro Sí, los conceptos del Bien y del Mal, mera fabricación intelectual, deben dejarse atrás.
En conclusión, en la perspectiva que es la nuestra, es necesario que el hombre esté sometido a un esfuerzo de perfeccionamiento, luchando por poner en práctica de una manera cada vez más perfecta las Reglas de vida, mientras que, paralelamente  a eso, es necesario que dejemos de identificarnos a las actuaciones morales del hombre, al permanecer el Testigo inafectado de sus esfuerzos. Cuando nuestro sentimiento de existencia deja de situarse en el hombre, estamos más allá del Bien y del Mal, más allá de todo los conceptos, que no son más que actividades del intelecto. Sin embargo, si bien para nosotros toda noción de Bien o de Mal desaparece, para la mente humana y para la actividad humana, estas nociones permanecen válidas y el hombre debe esforzarse humildemente por seguir el Sendero del Bien.

- La práctica del recogimiento. 
La segunda exigencia que se pide a los que quieren seguir la Vía que proponemos es la práctica de la meditación.
Esta práctica de la meditación es importante, porque sin dominio de la mente la Presencia divina que mora en vosotros permanece velada. Pero este dominio sólo se obtiene al término de una larga y perseverante práctica.
La práctica de la meditación implica el hecho de obligarse a quedar perfectamente inmóvil durante media hora por la mañana y por la tarde con el fin de poner en práctica las técnicas contemplativas que os serán comunicadas.
En cada etapa de la iniciación un método, o a veces dos métodos nuevos, son enseñados.
El mayor esfuerzo es el de la obtención de la regularidad. El Occidental, estresado de múltiples maneras, cayendo fácilmente en la hiperactividad, encuentra a menudo grandes dificultades para dedicar diariamente el tiempo necesario para la práctica contemplativa. Descubre en él múltiples « resistencias » y debe desarrollar su voluntad con el fin de llegar a una práctica regular.
En sí misma la práctica regular necesita la renuncia a ciertas cosas. Porque, como lo dice el refrán:
« Si no se sacrifica nada, no se obtiene nada ».

La vigilancia en el seno de las actividades cotidianas.
La tercera exigencia que se pide al practicante es la cultura de la vigilancia en el seno de las actividades cotidianas.
Meditar media hora por la mañana y por la tarde constituye la medida mínima para que el umbral de la eficacia sea alcanzado. Práctica mínima que los practicantes más veteranos podrán naturalmente aumentar si lo desean.
Lo que proponemos no es por lo tanto « una Vía de meditación », porque en este caso la duración que se debería dedicar a esta práctica sería mucho más importante y se necesitaría llevar una vida de retiro « fuera del mundo». Lo que proponemos es una Vía que recurre a una práctica de la meditación. Lo esencial del trabajo espiritual que proponemos debe realizarse en el interior de las actividades profesionales y familiares.
Para que la práctica de la vigilancia necesaria y la sucesión jerarquizada de las diferentes formas de las tomas de consciencia que transmitimos en el curso de la distintas etapas den su fruto, resulta indispensable que unos recuerdos se produzcan en el interior de cada una de las horas del día, y eso sin interrumpir las actividades en curso.
Siendo el obstáculo fundamental el olvido, proponemos instaurar unas recordaciones para la vigilancia a lo largo de toda la jornada, desde el despertar por la mañana hasta la hora de acostarse. Estos recuerdos, que deben realizarse cada quince minutos, tendrán que ser apoyados por el uso de un reloj cuya cuenta atrás emitirá una señal sonora o vibratoria, o también por un Smartphone.
Todos los detalles necesarios para este uso os serán dados en su tiempo.
A cada señal el practicante vuelve a instaurar, o refuerza, su vigilancia y se esfuerza por « aguantar » hasta la señal siguiente. Aclaremos que esto debe cumplirse sin ninguna «tensión mental».
Lo que importa ahora es que os deis cuenta de lo que esta exigencia implica. ¿Estáis dispuestos a realizar un esfuerzo de vigilancia constante, a lo largo de toda la jornada y durante todas las actividades que llevaréis a cabo?
Una autentica progresión hacia una vivencia constante de la Gnosis, y hacia la Liberación que resulta de ello es « el precio que hay que pagar » en la Vía intramundana que ofrecemos.

- Los instrumentos rituales de la purificación. 
Los principales instrumentos rituales de purificación residen en la práctica de los ritos teúrgicos de purificación y de evocación, en la lectura ritual y semanal de las Reglas de vida, así como en el esfuerzo sincero para poner en aplicación estas Reglas en vuestra vida cotidiana.
Este proceso de purificación tiene un objetivo doble:
En una perspectiva exotérica:
Permitir para el alma la obtención de la salvación. La noción de « salvación » corresponde en India al hecho de tomar, después de la desencarnación, la Deva-yana, es decir la « Vía póstuma de los seres resplandecientes ». Esta  « Vía » es la de Krama-mukti, la Liberación póstuma progresiva que es obtenida al término de una evolución post mortem.
En una perspectiva esotérica:
Realizar una purificación del psiquismo que favorecerá el mantenimiento de la vivencia cada vez más constante de la Gnosis. En este caso, lo que se busca es Sadya-mukti, es decir la Liberación instantánea, que se puede obtener en la vida presente (Vivan Mukti), o bien en el momento de la muerte (Video mukti).

- Definición de la teúrgia. 
Hablamos de ritos teúrgicos. Para que todos los lectores comprendan de qué se trata, es importante recordar la distinción tradicional que se hace entre magia y teúrgia.
La visión tradicional del mundo no se puede comprender fuera de la tripartición cósmica que distingue: el mundo físico, el mundo psíquico y el mundo espiritual. Existe una serie de prácticas y de ritos de tipo mágico que ponen al hombre en contacto con el mundo psíquico. Prácticas que desaconsejamos y que están siempre motivadas por motivos materiales: ascensión social, relaciones sentimentales, dinero, salud…
Pero existen igualmente unas prácticas y unos ritos que ponen al hombre en relación con el mundo espiritual. Para  distinguir estos ritos de los ritos de la magia clásica, o «  magia baja», se dice que tienen que ver con la  «  magia alta», la « magia divina », la teúrgia. Proponemos en consecuencia unos ritos teúrgicos y proscribimos los ritos de «  magia baja » que se relacionan con el mundo psíquico.
Para tomar unos ejemplos conocidos, la puja hindú, y la misa cristiana, aunque se sitúen en el nivel exotérico, son unas prácticas de teúrgia.

- Carácter opcional de los ritos teúrgicos. 
En los medios de purificación de la disciplina que es transmitida, los ritos teúrgicos tienen un carácter opcional, mientras que el esfuerzo para poner en práctica les Reglas de vida tiene un carácter obligatorio.
Esta medida no  proveniente de un posicionamiento que menoscabe los  ritos, porque les ritos que transmitimos, y que son de naturaleza teúrgica, están dotados de un gran poder de purificación.
Esta medida está relacionada con el hecho de que ciertas personas tienen una estructura intelectual perfectamente capacitada para la Gnosis pero que, por otro lado, presentan unas incompatibilidades con los pasos interiores propios a los ritos.
En consecuencia, sería una pena apartar a estas personas del Sendero que proponemos. Por lo tanto, al mismo tiempo que sentimos que su estructura mental les aparte del beneficio que podrían sacar de la práctica ritual, les sugerimos trabajar sin recurrir a los ritos.
Si los ritos son una ayuda manifiesta para la purificación, es evidente que cualquier « apego a los ritos » constituye un obstáculo. Por otra parte, en un sistema de enseñanza jerarquizada como la nuestra, transmitimos a los que tienen unas afinidades con esto el cumplimiento de una serie de ritos teúrgicos; sin embargo transmitimos igualmente la superación de los ritos en una de las etapas del Gnosticado.

- El compromiso moral del secreto iniciático. 
Toda solicitud de  recepción de los textos de enseñanza relativos a una « transmisión iniciática » va ligada automáticamente a un compromiso moral.
En efecto, estos textos son comunicados « bajo el sello del secreto ». En consecuencia, pedirlos, significa comprometerse a respetar el secreto iniciático, y no divulgar las prácticas que contienen.
Esta medida no tiene como objetivo privar a ciertas personas de la enseñanza, puesto que esta está abierta a todos. Su objetivo es mantener esta difusión bajo el control del instructor, que ha recibido la formación necesaria y puede juzgar la legitimidad de ciertas transmisiones. Transmisiones que, dadas sin preparación, pueden engendrar graves incomprensiones que bloquean irremediablemente la evolución espiritual de la persona, y pueden incluso provocar en algunos casos graves desequilibrios psicológicos.

- Las razones del secreto.
El secreto iniciático no tiene como objetivo privar a ciertas personas de la enseñanza, puesto que su difusión está abierta a todos aquellos que son capaces de entender y comprenderla.
La existencia del secreto obedece a las  necesidades pedagógicas siguientes:
- 1) La transmisión iniciática, en lo que concierne a la etapa del Noviciado, debe ser adaptada a la especificidad de cada persona y lo que es bueno para una persona puede resultar espiritualmente nefasto para otra.
- 2) Para hacerse de una manera adecuada, la transmisión iniciática necesita una formación del transmisor. Formación que se dispensa precisamente a los que quieren ser instructores, o instructoras.
- 3) La transmisión iniciática de los textos es incompleta y debe necesariamente ir acompañada  por una transmisión verbal y por la transmisión de una « influencia espiritual » que sólo un instructor, o una instructora, convenientemente preparados pueden realizar.
- 4) La transmisión de cada etapa del Adeptado necesita el control de un instructor o de una instructora, que se asegure de que la etapa anterior haya sido correctamente asimilada. Es peligroso, para el equilibrio psicológico, transmitir ciertas etapas a quien no haya recibido y asimilado las etapas anteriores.
- 5) La transmisión iniciática debe ser prioritariamente oral, y sólo puede ser escrita como complemento. La superioridad del oral sobre lo escrito reside en el hecho de que las malas interpretaciones pueden ser fácilmente corregidas en el curso de un diálogo, mientras que el mismo texto puede recibir en razón de la diversidad de las subjetividades individuales unas interpretaciones totalmente erróneas, a la luz del espíritu que ha presidido a la escritura del texto. Uno de los papeles fundamentales  del instructor es precisamente asegurarse de la correcta comprensión del recipiendario.

- Exhortación.
No “juguéis al instructor”, sin haber acabado la recepción de la iniciación, y sin la formación requerida. Sin embargo, es lo que hacéis si comunicáis a otro unos textos iniciáticos. Al actuar de esta forma, podéis cargaros con una grave responsabilidad negativa.
Incitad a todas las personas interesadas a solicitar la recepción de la iniciación, al mismo tiempo que respetáis escrupulosamente el sello del secreto que figura en un conjunto de textos.
Cuidad de respetar escrupulosamente el secreto iniciático.

- Las exigencias del secreto.
El respeto del secreto iniciático concierne a un conjunto de textos e implica que, al recibirlos, el practicante se compromete:
- 1) A no divulgar oralmente el detalle de sus contenidos. Sólo se puede hablar de ellos en términos generales, sin decir con detalles en qué  consiste la práctica.
- 2) A no prestarlos.
- 3) A no hacer reproducciones de ellos.
- 4) A no dejarlos al alcance de los profanos. Siendo profana toda persona que no está recibiendo, o no haya recibido, la iniciación.
- 5) A indicar en una carta testamentaria, que deberán ser destruidos después de nuestra muerte. No es necesario que esta carta esté confiada a un procurador. Basta con indicar en una carta sellada, en el sobre de la cual inscribiréis « abrir en caso de defunción » y que dejaréis en evidencia en vuestros papeles.
El respeto de estas dos últimas prescripciones es facilitado si guardamos estos textos en una  caja provista de una cerradura. La caja, cuya llave se guarda en un lugar particular, impide las indiscreciones y facilita el cumplimiento de las voluntades testamentarias. Para decirlo de forma simbólica, esta caja contendrá nuestro « tesoro espiritual ».

- Observación.
No faltará gente para calificar estas prescripciones de  « maniáticas ».
¡Estamos de acuerdo con estas personas!
Pero quien las respeta descubre la fuerza interior que procura el respeto del secreto iniciático.