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LA PROGRESIÓN INTERIOR

 


El Conocimiento metafísico comienza con una toma de consciencia y acaba con una toma de consciencia.

Para el principiante hay un doble problema: el riesgo de subestimar la práctica debido a su misma simplicidad y el de desanimarse por la monotonía y la inquebrantable perseverancia que exige esta práctica.

¿Es que alguien pretendería comprender en algunos meses una de las ramas de la ciencia del mundo exterior que le fuera totalmente desconocida? No. Así pues, ¿por qué imagináis poder penetrar en los arcanos de la ciencia introspectiva en unos pocos meses de práctica?

La práctica debe llevarse a cabo sin descanso durante muchos años para poder llevar a buen puerto la búsqueda iniciática. ¡Las soluciones prefabricadas no existen! ¡Las realizaciones “relámpago” no son más que promesas de charlatanes! Los senderos fáciles son engañosos.

Estáis solos en el camino. Estáis solos y el camino es largo. Comenzad a comprender esto con todas las consecuencias que resultan de ello y, si la llamada interior persiste, entonces proseguid el peregrinaje que os llevará a la última Realidad.

La perseverancia no es necesaria para obtener el Despertar, pues el Despertar es el resultado de una toma de consciencia que se hace en un instante. Concebir el Despertar como un estado sublime que sólo se puede alcanzar con una larga progresión, es no haber comprendido nada. Quien así piensa, se hace una idea falsa del Despertar.

El Despertar es un estado de consciencia que se manifiesta instantáneamente, a partir del momento en el que, comprendiendo correctamente en qué consiste, efectuamos adecuadamente el movimiento interior de clarificación que se requiere.

Si esto es así, ¿para qué es necesaria la perseverancia?

La perseverancia es indispensable para impedir que las tendencias psicológicas contrarias al Despertar, acaparen la consciencia y la sumerjan en estados de consciencia inferiores.

Con los años habéis aprendido a funcionar psicológicamente de una forma determinada. Con el Despertar realizáis la experiencia de un estado interior radicalmente diferente. Es formidable, es maravilloso, decís al experimentarlo. Pero los viejos automatismos psicológicos continúan estando allí. Se manifiestan de nuevo y el Despertar se desvanece… Un cierto lapsus de tiempo pasa y otra toma de consciencia interior os permite conocer el Despertar de nuevo, disipando los estados de consciencia inferiores en los que os habíais sumergido. Pero este Despertar tampoco dura… Es a partir del momento en el que, habiendo accedido al Despertar, constatáis su fragilidad, es entonces cuando el ardor y la perseverancia se vuelven el motor esencial de vuestra progresión.

Sin ardor y sin perseverancia, el Despertar no será más que una serie de destellos luminosos, cuya belleza y brevedad no harían más que señalar la oscuridad y la pesadez de vuestra vida interior.

Hace falta ardor para trabajar en introducir sistemáticamente el Despertar en la vida diaria, con una frecuencia cada vez mayor. Hace falta ardor para luchar contra la pesadez de los automatismos inferiores y buscar prolongar al máximo la duración de cada Despertar.

La perseverancia es indispensable para repetir esos esfuerzos con regularidad, tanto tiempo como sea necesario y sin dejarse desviar del objetivo por circunstancias contrarias.

Pero lo que es realmente importante, es saber, aunque sólo sea durante un breve instante, qué es el Despertar, haber probado su sutil sabor interior. Esto es fundamental.

Es el comienzo del sendero; el umbral de la puerta del templo interior ha sido franqueado.

Esta experiencia del Despertar será para el debutante casi obligatoriamente fugaz e incompleta. Es posible que vuestro Despertar a la Consciencia Transcendente, en un primer momento, no sea más que un pálido Despertar, apenas diferenciado de vuestro estado de espíritu habitual. Deberéis tener la costumbre de provocar esta sensación de Despertar con el objeto de volverla más profunda.

¡Qué importa si al principio se mezclan aspectos artificiales!

¡Qué importa si vuestro Despertar no contiene todas las características que hemos descrito!

A medida que, al reproducirlo varias veces cada día, os familiaricéis con él, será cada vez más profundo y duradero.

¡Que destellos del Despertar iluminen cada uno de vuestros días!

Es necesario que cada día, en diferentes ocasiones, tomemos consciencia de nuestra verdadera Naturaleza y vivamos a ese nivel algunos instantes hasta que el poder de las costumbres adquiridas os haga olvidar su presencia. Resultará así, a lo largo de los días, una serie de Despertares intermitentes, que, gradualmente, debemos aumentar en duración y en profundidad.

Aunque fraccionarios, estos Despertares actuarán por sí mismos en vuestra existencia como gérmenes que favorecerán la aparición de nuevos estados de Despertar.

Alargad, poco a poco, la duración de vuestros Despertares.

Con la costumbre, percibiréis que olvidar el Despertar para caer en el estado de consciencia común, es, realmente y no alegóricamente, caer en una forma de inconsciencia. Así, para vosotros, el estado que se denomina estado “de vigilia", se habrá convertido en un sueño de la Consciencia transcendente.

La sensación de adormecerse o de dormir a nivel espiritual, ayuda a quien desea despertarse a ese mismo nivel. El hecho caer en el estado de consciencia común terminará por provocar, en vosotros mismos, una especie de señal de alarma y al daros cuenta de que estáis a punto de abandonar el estado de Despierto, podéis restaurar inmediatamente la Consciencia a su nivel transcendente.

La aparición de una señal de alarma es ya un signo de un gran progreso. Esto demuestra que gracias a una vigilancia muy constante, el estado de Despertar se ha convertido en familiar y que el estado de vigilia clásico, comienza a ser percibido por vosotros como un estado de seminconsciencia anormal.

¡Perseverad!

¡Nunca interrumpáis vuestro esfuerzo durante largos períodos!

¡Que toda vuestra vida sea un continuo crecer en el Despertar!

Tal es el largo trabajo de la disciplina espiritual, por la cual, nuestra antigua personalidad muere poco a poco, para que nazca una nueva personalidad espiritualizada y regenerada por el conocimiento gnóstico.

Los espíritus débiles encuentran, ante la magnitud de la tarea, muchas escusas para justificar su pereza y cobardía, ante lo que constituye la exigencia fundamental de toda espiritualidad verdadera y que debe ser realizada en esta vida.

Con perseverancia, muchas de las cosas que, aunque a primera vista parecen imposibles, se vuelven realizables.

Para el inexperto que se encuentra al pie de una montaña, alcanzar la cima que se perfila a lo lejos, parece una locura, pero si comienza tranquilamente a caminar por el sendero que serpentea, antes de que acabe el día se verá de pie en la cima, que parecía inalcanzable.

Lo mismo ocurre en la disciplina espiritual. Al conocer esta última, el principiante se siente tentado a pensar que "esto es difícil, que esta empresa exige una interiorización, unas predisposiciones y una fuerza de voluntad mucho más allá de mis posibilidades”. Nada de eso. Desconfiad de este tipo de razonamientos. ¿Qué son en realidad? Una maniobra del viejo hombre que intenta impedir que nazca el nuevo hombre, alejándoos del camino de la realización interior.

No os preocupéis por el aspecto imponente, aterrador o simplemente prohibitivo que puede tener la disciplina espiritual necesaria. Haced como el montañero antes evocado, avanzad tranquilamente, sin prisa, pero resuelta y regularmente. No os preocupéis por la cima, concentraros en la realización regular de vuestra marcha diaria. Al cabo de algún tiempo, los primeros resultados obtenidos os mostrarán que todo es fácil para quien sabe perseverar.

Las ilusiones deben ser rechazadas y entre ellas la que consiste, de forma más o menos implícita, en desear el advenimiento de una realización espiritual repentina y definitiva.

Aquellos que imaginan que es suficiente con creer en esto o adherirse a aquello o ir a algún sitio, para que de repente las cosas se vuelvan fáciles y que la gran transformación se lleve a cabo, irán toda la vida de entusiasmos en desilusiones, acabando siempre, cuando la fascinación ejercida por la novedad se disipa, por encontrarse solos frente a ellos mismos, en el punto de partida o casi.

Los malos senderos son los que alimentan las ilusiones y los entretenimientos. Basta, pues, con que alejéis las ilusiones sobre las cosas de la espiritualidad, para eliminar la posibilidad de caer en la trampa de los malos senderos.

Disipad los espejismos de las soluciones fáciles y así, dejaréis de ser engañados por los vendedores de milagros.

Mucha gente va en búsqueda del desarrollo interior. Cada uno formula el objeto de su búsqueda de forma diferente, pero la búsqueda es la misma. Esta búsqueda es como un deseo, una insatisfacción fundamental a la vez oscura y punzante. Es una sed, sí, es una especie de sed. Muchos mercaderes están allí ofreciendo frasquitos milagrosos que, pretenden ellos, apagarán instantáneamente vuestros tormentos. ¡Qué tentador es creerles!

Lo que vosotros sois es el resultado de un largo proceso. Por lo tanto, será por medio de otro largo proceso que lo que sois se transformará.

Solo hay dos soluciones. O bien, renunciar y adormecerse en la pasividad, o bien, comprometerse en el largo camino que lleva a la Liberación.

Las transformaciones repentinas, altas y duraderas, no existen.

Sin embargo, es cierto que hay bruscas y espectaculares eclosiones espirituales en ciertas individualidades, pero no son más que la repentina aparición de virtualidades que se habían formado a lo largo de un camino cuya trama es anterior a la vida presente.

También hay bruscas iluminaciones que os llevan muy lejos y muy alto, pero la totalidad de lo que sois no podrá transformarse de una forma integral y definitiva, sino es por un proceso lento y progresivo.

Por nuestra parte, no queremos mantener ninguna ilusión. Los que vayan a la búsqueda de milagros que se vayan a otro sitio. El sendero que indicamos es largo. Es cierto que la búsqueda espiritual tiene que acabarse un día, pero no os hagáis preguntas al respecto, no tratéis de imaginaros cómo será vuestra actitud al final del camino. No tratéis de determinar cuál es vuestro grado de avance cuando todavía recorréis los meandros del sendero. Ocuparos sólo de una cosa: lo que sois actualmente y del trabajo a realizar cada día para intensificar los destellos del Despertar.

¡Qué importa el tiempo necesario! Vuestra búsqueda es una búsqueda dentro de la eternidad.

Disipad toda prisa, ésta es la condición requerida para tener una buena receptividad.

A veces os sentiréis desalentados. Atravesaréis períodos sombríos, durante los cuales todo os parecerá absurdo. Todo lo que habíais conseguido interiormente os parecerá que se escapa. La alegría y la luz interiores de las que habíais gustado, se disiparán. Las cosas negativas aparecerán de nuevo y tendréis la impresión de una regresión. No os preocupéis por eso, este tipo de prueba es clásico. A los buenos períodos suceden los malos. La progresión interior no es un movimiento ascendente y rectilíneo. Las vueltas atrás son frecuentes.

Sin embargo, si a través de los períodos negativos guardáis la mirada orientada hacia las realidades espirituales, os daréis cuenta de que después de cada período sombrío, un período luminoso lo disipa, permitiéndoos un progreso aún más grande.

Es a través de ciclos cada vez mayores como avanzaréis por el Sendero. La reaparición de elementos negativos no es más que el preludio de nuevo progreso que superará los anteriores. Por lo tanto, no os desaniméis. Permaneced fríos y objetivos ante los períodos negativos. No dejéis que os empujen a tomar decisiones lamentables. ¡Mantened la confianza! Esperad pacientemente la llegada de una nueva alba interior, continuando vuestra práctica incluso si los resultados son decepcionantes.

La perseverancia es una disposición que hay que mantener y alimentar. Entrenaros en la perseverancia, exhortaros a ella. Deciros: “No abandonaré jamás mi esfuerzo. El Despertar es el único objetivo de mi existencia y no abandonaré hasta haberlo alcanzado”.

Marchad, marchad, id hacia adelante, sin deteneros hasta que la perseverancia os sea algo natural, fácil y que nada ya pueda desanimaros.

Todas las esperanzas os están permitidas, si sabéis perseverar.

Permaneced conscientes de la dirección que queréis dar a vuestra existencia. No os dejéis invadir por las fuerzas colectivas de la pasividad y de la inercia.

Desanimarse, es olvidar el Despertar hacia el cual os encamináis y ser inconscientes de la vibración dinámica que propaga su evocación. Agradaos cada día con la rememoración de este objetivo existencial y no os faltará la fuerza necesaria para llevarla a cabo.

Debemos decir, sin embargo, que, en el camino espiritual, la perseverancia es necesaria sólo para el debutante. Es necesaria mientras la práctica espiritual sea algo exterior que os esforzáis por realizar. Pero, cuando esta práctica espiritual se ha integrado perfectamente en vuestra vida, la perseverancia es inútil. Ya no la necesitáis, pues, mientras viváis practicaréis la espiritualidad, toda vuestra vida se habrá convertido en una práctica constante. A partir de entonces las nociones de esfuerzo, perseverancia e incluso de práctica se evaporarán.

No olvidéis que el Despertar no se puede obtener por la fuerza, la voluntad o la perseverancia.

El Despertar es una toma de consciencia apacible y calma, que no exige ningún esfuerzo.

En la personalidad humana y en el mundo, existen muchas fuerzas contrarias que tratan de alejaros del Despertar. No es, pues, para producir el Despertar para lo que la perseverancia es necesaria; es para orientar al buscador hacia la paz del Despertar que el esfuerzo es requerido.

El Despertar se experimenta sin esfuerzo, pero es generalmente muy largo, el conseguir que la personalidad se mantenga en ese estado de receptividad atenta que requiere.

Así se explica la necesidad de esfuerzos y abandono de éstos, cuando el Despertar se ha instalado.


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