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EUFORIA EXISTENCIAL


Numerosos sabios al descubrir que su identidad era el Espíritu Único y Eterno, han aspirado a liberarse de los lazos de la encarnación. Su deseo era dejar de ser hombres y volver a ser el Único Espíritu. Por otro lado los místicos que adoran lo Eterno, han excitado su deseo de unión. Para ellos el mundo no era más que un pasaje y una espera. Deseaban alcanzar lo Eterno y fundirse con Él. Fundamentalmente, los místicos y los sabios estaban como en estado de fuga. En el fondo de ellos había siempre una actitud de huida frente al mundo.

Contrariamente a todos los que, por razones espirituales, han huido del mundo y la sociedad, nosotros no proponemos una Sabiduría de rechazo, sino una Sabiduría de aceptación. Nosotros no huimos del mundo, lo bendecimos y nos integramos en él. No buscamos escaparnos de la condición encarnada, pues para nosotros esta condición no es una prisión, sino una experiencia querida en el seno de nuestra eternidad.

Nuestra Liberación es la del ego y no la de la Manifestación Cósmica.

Comprendemos que en algunos hombres, el Espíritu aspira a volver al Espíritu. Pero si consideramos, esta Vía de retorno como una de las experiencias vividas a través del hombre por el Espíritu Único, declaramos que esta experiencia espiritual y transcendente no es la única posible. Es por esto que no hablamos para los que desean dejar la existencia y fundirse en el Único. Hablamos para aquellos en quien el Único acepta la existencia. ¡Que los que rechazan sigan el camino del rechazo, pero que los ardientes sigan el camino del ardor!.

Hablamos para aquellos en que el Espíritu, estando individualizado, se complace en la experiencia individual. Nuestra Sabiduría no es un refugio, es una comprensión y una invitación. En nosotros el Espíritu participa en el banquete de la existencia.

Cuando una individualidad se vuelve vieja, a fuerza de caminar en el seno de la Eternidad, vuelve a la indistinción Transcendente y Original. Nosotros hablamos a las individualidades jóvenes y ardientes. Nuestra Sabiduría no es la de la vuelta, la del ocaso, sino la de la penetración y la madurez.

¡Que nadie se atreva a imaginarse que la penetración en el mundo es superior o inferior al rechazo del mundo!. Todo esto no es más que el juego de lo Único. Cada uno, en el Único, debe jugar el juego que le incumbe. Las distinciones y las apreciaciones que se imaginan superiores o inferiores, son cosa de ignorantes. Estar en lo Único, es lo común a todos.

Los unos aceptan la encarnación, mientras que los otros se evaden de ella. Aceptar la encarnación, es comprender que vosotros sois el Espíritu Único y Eterno, habéis venido a la condición humana, o mejor os habéis transformado a la condición humana, para aprehender la existencia. Vosotros, Espíritu informal e intemporal estáis aquí para experimentar todo lo que existe. Tenéis la apariencia y el cuerpo de un hombre para disfrutar de la belleza del hombre y de la mujer, para disfrutar del sol y del viento, y de la naturaleza entera. Estáis aquí para realizar todas las obras y todos los sufrimientos del hombre. Tal es el sentido de la encarnación y de su aceptación plenaria.

Estar presto a vivir todas las condiciones posibles de la existencia, durante eternidades sucesivas. Tal es la manifestación de esta aceptación. Tal aceptación procede de una energía que, como un torrente que arrastra todo, no se para ni encierra en nada. Esta aceptación no puede ir unida al apego. El apego resulta de una falta de intensidad y de ardor por el cual el hombre se identifica con esto o aquello. La energía cuando es suficientemente amplia y generosa no puede limitarse, sino que engloba y supera todo. Es un amor sin fronteras. Siendo sin fronteras no puede estar atada al apego que es limitación y fijación.

Aceptar la encarnación es desear sin pasión, sin apego y con toda plenitud, hacer la experiencia de todo lo que existe. Cuanto más intensa es mi consciencia más potente es mi captación de las cosas. Mi aceptación me impulsa a Despertarme en relación al mundo, y en el Despertar mi disfrute del mundo es todavía más fuerte.

Hay pues dos formas de Despertar. El Despertar de cara a la Transcendencia, en el que olvido al mundo. Y el Despertar frente al mundo en el que lo capto. Por el Despertar a lo Transcendente, conozco mi verdadera naturaleza, y por el Despertar al mundo realizo la plenitud del juego de la existencia.

El sufrimiento mismo forma parte de este juego. Aquel que está Despierto sabe que en el fondo del sufrimiento, detrás de él, y detrás de su inevitable rechazo por el hombre, existe una Consciencia eterna que contempla ésta áspera experiencia. Una experiencia que la Consciencia eterna ha querido, ha engendrado y ha consentido su cumplimiento.

Despertad en vosotros la plenitud de la energía. Plenitud que procede de la aceptación total de vuestra condición de existencia.

Estad atentos a cada instante, escuchad los ruidos del mundo que llegan a vuestros oídos. Mirad atentamente las formas y los colores. Absorberos en ellos, haciendo callar todo pensamiento. Respirad los olores, prestad atención a la penetración del aire en el cuerpo. Sentid la presencia del cuerpo. Sentid vivir al cuerpo desde los pies a la cabeza. Sentid el calor y la energía que lo anima.

Siendo conscientes de todo esto, dejad desarrollarse en vosotros una euforia profunda. Sois perfectamente felices de estar aquí, en medio de las percepciones que forman el mundo. Dejad subir la alegría. Dejadla dilatar vuestro corazón y exaltar vuestro espíritu.

En esta alegría profunda, aceptáis totalmente la existencia y constatad que esta adhesión vivida no va acompañada por ningún apego. En este instante, estáis prestos a vivir millares de años; sin embargo el anuncio inmediato de la muerte no empañará en nada vuestra felicidad inmaterial y no dependiente.