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LOS CAMBIOS DE NIVEL DE CONSCIENCIA


Estoy triste o taciturno. Me siento profundamente contrariado o impaciente. Aparentemente en contra de esos hechos yo nada puedo hacer. Observo el estado en el que estoy. Puedo evocar las circunstancias que han engendrado en mí este humor. Pero esto no va a cambiar nada. Puedo razonar, darme “buenos consejos”, decirme que no es tan grave como parece, que todo saldrá bien, etc., pero este tipo de sugestiones es ineficaz. El humor particular que en este momento siento lo abarca todo, y colorea completamente mi espíritu.

Pero he aquí que recuerdo ser: “la eterna consciencia vacía de contenidos que contempla el espectáculo de la existencia”.

La sonoridad y el eco de esta frase que, al salir de mi memoria, silenciosamente pronunciada en el interior de mi mente, me provoca una sutil y extraña transformación. Parecida a la que sufre la nieve al fundirse bajo la acción del fuego. Mi tristeza, mi melancolía, mis contrariedades o mi impaciencia se disipan.

Sintiéndome existir como pura consciencia vacía de contenidos, eterna espectadora de la existencia; experimentando, viviendo en este instante este modo de existencia que es el más alto, me siento ligero, libre, radiante.

¿Cuáles eran esos sentimientos que hace un rato llenaban mi espíritu y nublaban mi consciencia?.

¡Ah sí!, ya recuerdo, se trataba de la tristeza, la melancolía, la impaciencia, la contrariedad. ¡Qué lejano me parece ahora todo eso!. La existencia de tales sentimientos me parece ridícula viviendo la plenitud existencial. Vuelvo a pensar con piedad y compasión en el pobre hombre que hace un rato era presa de terribles problemas irrisorios. ¿Cómo he podido ser tan estúpido, tan mezquino, tan cerrado?. ¿Qué me ha ocurrido para que una transformación tan radical se haya producido en mí?.

Simplemente se ha producido un aumento en el campo de las percepciones de mi consciencia.

Hace un rato, el campo de mi consciencia estaba reducido a las dimensiones de la mente humana. Esta mente estaba llena de un conjunto específico de emociones, sentimientos, pensamientos, que había adquirido una preferencia especial. Ahora, al recordar mi naturaleza profunda, el campo de las percepciones de mi consciencia, ha aumentado hasta el nivel de mi propia esencia: eterna, intemporal y bienaventurada.

Como consecuencia indirecta de la percepción de mi esencia ontológica, un nuevo flujo de emociones, sentimientos, pensamientos se han desplegado en el hombre, y han eliminado los humores negativos que se habían estancado en mi mente.

Han sido eliminados irremediablemente, pues el aumento del campo de mi consciencia me ha hecho percibir los sentimientos negativos que habitaban mi mente como algo tan insignificante que automáticamente han perdido todo su poder sobre mí.

De esta forma comprendo que la tristeza, la melancolía o la impaciencia son, como miles de otros sentimientos, la consecuencia de un empequeñecimiento del campo de la consciencia, y de la obstinación que quiere que la mente, en lugar de abrirse hacia lo que la supera, permanezca bloqueado y concentrado sobre sí mismo, y lo que contiene.

Quien comprende esto y lo verifica en su experiencia, sabrá en lo sucesivo que siempre le es posible abandonar, cuando lo desee, el nivel de consciencia humano, para alcanzar el nivel de consciencia intemporal.

Desde ese momento, al mismo tiempo que probamos los frutos de la vida humana, podremos sobrepasar sus horizontes, cada vez que la llamada hacia lo alto se intensifique.