La desidentificación del alma vital y del cuerpo
La aceptación intelectual y teórica debe ser seguida por un proceso de des-identificación con respecto al alma pasional y al cuerpo. Debéis dejar de identificaros, es decir, creer que sois un alma pasional y un cuerpo. Es una modificación de vuestra creencia acerca de vuestra identidad que se os pide.
Nada más fácil:
Basta con distinguir entre lo que hacéis de manera voluntaria y lo que os veis impulsados a hacer.
El pensamiento reflexivo, que es una actividad del alma racional, es un pensamiento voluntario. No os veis impulsados por el. En cambio, la multiplicidad de los pensamientos automáticos que la mente inferior produce es, por definición, involuntaria. Es una actividad del alma pasional. La sufrís. La sufrís hasta tal punto que si conectásemos vuestro cerebro con un dispositivo difundiendo constantemente todos los pensamientos que surgen en vosotros, es muy posible que os sonrojéis…
Por otra parte, el hecho de que la mente inferior “piense sola”, de manera espontánea, sin consultaros, se comprueba fácilmente por vuestra incapacidad de dejar de pensar cuando lo deseáis.
Por tanto, debéis dejar de pensar que todos estos pensamientos producidos por el alma pasional os pertenecen. No sois lo que tenéis que sufrir. Lo que escapa a vuestra voluntad no os pertenece, a vosotros, como pensador.
Integrad todas las consecuencias de esta evidencia.
Como espíritu pensante, sois lo que pensáis, de una forma razonada y voluntaria.
Esta comprensión, esta toma de conciencia, no cambiará nada en el nivel de los hechos. Los pensamientos mecánicos, repetitivos, obsesivos y estúpidos que constantemente produce el alma pasional seguirán contaminando vuestra vida diaria. Sin embargo, un gran cambio se producirá en el sentir de vuestra existencia. Comenzaréis a saber lo que sois, y lo que no sois.
La misma toma de conciencia deberá realizarse respecto a vuestros sentimientos y emociones, es decir, en relación con todo lo que sufrís, psicológicamente hablando.
Lo que hemos dicho concierne a todos los sentimientos, con excepción del amor, porque es con pleno asentimiento que amamos y, por tanto, el amor no se sufre y forma parte de la naturaleza del espíritu. Pero es obvio que debemos distinguir el amor de la atracción sexual que se experimenta.
En cuanto a la multitud de sentimientos poco halagüeños que habitan en el alma pasional, no los habéis deseado, os gustaría hacerles desaparecer en un instante; eso significa que sois víctimas de ellos. Así que debéis dejar de considerarlos como siendo vosotros mismos. Estos son productos del alma vital, y no os pertenecen.
El estatus de los deseos es más ambiguo. El deseo que brota de repente no es vuestro. Se vuelve un deseo del espíritu cuando este último le da su conformidad. El alma racional puede ser "tentada" por el alma pasional y caer al aprobar los deseos degradantes. Por otra parte, hay deseos que son propios del espíritu: son los deseos que uno aprueba en lo más profundo de sí mismo. El deseo de realización espiritual, el deseo de ayudar a otros, por ejemplo, representan aspiraciones relacionadas con el espíritu.
Las pasiones, como deseos intensos y esclavizantes, os son totalmente ajenas. Esto es algo que, vosotros, como pensadores, sufrís. Las pasiones no tienen nada que ver con la realización de una vocación, aprobada por el espíritu. Cuando se manifiesta una pasión, sois "pasivos". La pasión es una forma de adicción psicológica: "No puedo vivir sin ella, o él", "No puedo prescindir de tal cosa o de cual otra", dice la persona pasional.
La pasión es irracional, mientras que el alma racional produce pensamientos razonados, argumentados. Ser arrastrado por sus pasiones es ser un espíritu esclavo del alma pasional. Si concebís: "Soy el pensador", la pasión se percibe como algo que os encadena.
No vamos a daros una "solución milagrosa" para eliminar las pasiones. Todo lo que os pedimos es verlas como algo que es ajeno a vosotros, que sois víctimas de ellas.
Los apegos a los seres y a las cosas también están entre las cosas sufridas. El prisionero sufre los lazos que le aprisionan. Ser "apegado” significa ser “atado”.
Sólo podéis entender los lazos del apego si distinguís claramente el apego del amor. El amor no es una atadura, es una alegría. Ser apegado a la persona a que amamos es esclavitud. Si el apego y el amor se entremezclan, es importante desenredarlos al reconocer con lucidez: este es un tiempo de amor cálido y feliz, este es un momento de apego ansioso, doloroso o angustiado. ¿Cómo podemos confundir unas vivencias tan distintas?
El apego os ata al sufrimiento, porque nuestras relaciones con los seres y las cosas son efímeras. Uno que sabe lo que significa el amor ama por igual una persona sentada frente a el, una persona que está de viaje, una persona viva, o una persona muerta.
¿Qué podemos decir de las emociones?
Una emoción es un sentimiento psico somatizado. Un sentimiento que provoca reacciones en el cuerpo. Es debido al impacto emocional que vemos, físicamente hablando, que una persona experimenta esto o aquello. A menudo, las emociones desvelan lo que la persona quisiera esconder y a veces interfieren con su comportamiento voluntario. Manifiestamente, las emociones se sufren y nada de lo que sufrís puede ser vuestro.
Ahora llegamos al cuerpo. ¿Creéis que es lógico identificarse con él, pensando, "yo soy el cuerpo?" Si el cuerpo fuese "vosotros mismos", os obedecería. Si os obedeciese, nunca estaría enfermo y no envejecería. En realidad, vivís en el cuerpo, utilizáis un cuerpo, pero no sois el cuerpo.
El cuerpo escapa a vuestro control; ahora bien, lo que escapa a vuestro control os es ajeno.
El trabajo por hacer
Cuando una profunda convicción se ha establecido, sabéis que sois un espíritu pensante, distinto del cuerpo y del alma pasional.
Lo sabéis, sin ser capaces de demostrarlo a los incrédulos. Lo sabéis de la misma manera que sabéis que el amor y la alegría existen.
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