LA RISA
La risa alegre, amplia y espontánea es una manifestación de la alegría de vivir. En la risa, la vida explota bulliciosamente. Quien no ríe, ríe poco o demasiado discretamente, tiene algo bloqueado en sí mismo. Las fuerzas de la vida no llegan a una condensación tal que la explosión de la risa sea inevitable. Le falta la plenitud de quien atraviesa libremente las energías de la Naturaleza.
Denunciamos la educación y la costumbre, digamos bienhechora, que proscribe la risa, y enseña a los individuos a hacer de sus rostros tristes máscaras.
Invitamos a reencontrar el camino de la risa y vivir así existencias plenas.
La risa proviene de un estado de espíritu y genera un estado de espíritu. ¡No la subestimemos!. Hay una gigantesca diferencia entre aquel que ríe y el que no.
Existe una sabiduría limitada que elimina la alegría y la risa. Quienes la practican piensan, más o menos implícitamente, que la elevación del espíritu debe acompañarse de una disminución, un aislamiento o una censura de las fuerzas de la Naturaleza. Recordemos que el Espíritu, que no es otra cosa que el Ser, y la Naturaleza, que no es otra cosa que el pensamiento del ser, son las dos caras inseparables de la misma realidad. La presencia del Ser engendra el Pensamiento del Ser. Y el Pensamiento del Ser busca al Ser, constituyendo ambos una pareja complementaria. Elevarse hacia el Espíritu despreciando o alejándose de la Naturaleza, nos parece una actitud fundamentalmente incompleta. El ideal que proponemos es el de un hombre a la vez sólidamente enraizado en los flujos de la Naturaleza, y abierto a las inmensidades sin fin del Espíritu. Nuestra Sabiduría no es una sabiduría inmóvil, desencarnada y triste. Es una Sabiduría Transcendente que, a nivel humano se acompaña de alegría y euforia. La risa, bien que no sea más que un simple signo exterior, testimonia la alegría de vivir y el amor a la vida. ¿Podemos verdaderamente amar la vida y no reír?. Es cierto que se puede amar la vida de una forma controlada y sobria, pero entonces falta la plenitud exuberante que acompaña a quien se abre y se abandona libremente a las fuerzas de la Madre Natura.
Por la risa podemos superar cualquier situación existencial y romper los caparazones que nos querían atrapar. Una parte de nosotros mismos sufre o goza, pero riendo, doy a entender que otra parte de mí mismo se encuentra más allá de la situación. Riendo me emancipo, me doy cuenta de que dramas o alegrías no son más que juegos. Riendo testimonio que si mi personalidad temporal está comprometida en la trama del mundo, mi yo superior permanece por encima de todo eso. Es él quien ordena mi risa, es para él para quien todo lo que existe no es más que juego y broma. Amar la vida es amar el juego gratuito e inútil de la existencia. Así amor a la vida y desapego se hacen complementarios.
La risa es la expresión de un alto poder. En su sacudida manifiesta una fuerza psíquica que, como un relámpago, atraviesa todas las estructuras mentales. Con la risa todo es superado. Ante ella todo se desploma. Nada resiste a la risa. Pues la risa es capaz, en tanto que experiencia interior, de demostrar que en definitiva no hay nada serio. Que nada sea serio es en efecto la constatación más destructiva. Esta destrucción que a nivel conceptual lo elimina todo, puede constituir para quien lo sabe utilizar, una liberación de todas las ataduras temporales, y una elevación del Espíritu al nivel de su propia esencia.
Cuando nuestra risa engloba todo el universo, cuando me río del universo, viendo que no es más que una inmensa broma coloreada, todo se derrumba. Ya nada tiene importancia. Y puesto que ya nada tiene importancia, yo no estoy apegado a nada siendo así libre. Todo se derrumba y yo permanezco solo, solo y maravillosamente libre. He dejado de ser ese que vivía en el seno del universo, para ser el que lo contempla y ríe. Así se expresa la experiencia transcendental de la risa.
Aun a pesar de que la risa surja espontáneamente y de que toda risa voluntaria resulta estúpida, es posible, sin embargo, abrirse y predisponerse a la risa. De esa forma aprendo a sobrepasar rompiendo, experimento los temblores de tierra mentales. Nada se tiene en pie delante de la risa. Ninguna ideología, ninguna creencia, ninguna filosofía, ningún sentimiento, ningún apego, ningún dolor, ninguna esperanza... como castillos de naipes, todas esas construcciones humanas se derrumban en el interior de la mente. La vida ya no es sino una comedia abigarrada repleta de juegos irrisorios cuando río.
Debemos ser capaces de reírnos de todo. No hay nada que sea importante o grave, nada es dramático, ni para mí, ni para los otros. Cada vez que, siendo más fuerte, soy capaz de reír de nuevas cosas de las que hasta entonces no osaba reír; cada vez que soy capaz de reír de una verdad, de un valor o de un horror, destruyo los ídolos de la mente.
No hay nada que sea sagrado, nada que, respetándolo y utilizándolo a su nivel, no pueda ser destruido paralelamente por la risa.
Mientras conserves algo reservado a la risa, estarás atado a ello. Descubres pues en ti a quien puede reír de todo. Pues en verdad, todo lo que es formal, todo lo que puede ser aprehendido por el cuerpo o por el pensamiento, mueve a la risa. Sé lo informal para quien el mundo de los hombres y el mundo de las ideas no es más que una broma.
Numerosas espiritualidades incompletas están inconscientemente enraizadas en el mundo de los pensamientos y apegadas a él. Reír de sus queridas concepciones espirituales les parece sacrilegio. Sé para ti mismo un alegre bárbaro que rompe los edificios de la mente. Los pensamientos del hombre son inmensas bromas. Qué pueriles son sus tanteos y sus aproximaciones por medio de las cuales quieren dar risiblemente, una imagen de la informulable realidad. Todo lo que se puede decir en el dominio espiritual como en cualquier otro dominio es una farsa. Vuestra risa interior barrerá todas esas especulaciones para que sólo quepa el silencio.
Comprender que el error está intrínsecamente unido al pensamiento, y dejar que el rugido de vuestra risa destruya las superestructuras mentales. Que la Vida despojada por la risa vaya al encuentro del Espíritu desnudo y su abismo.
Riendo me encuentro implícitamente mucho más alto que todo aquello de lo que río.
Mi risa, cuando retumba, aparece a los hombres que están sumergidos en lo temporal, como algo cruel. Pero en realidad es una fuerza pura y dura que corta las ligaduras y libera del sufrimiento. Su crueldad no es más que aparente, y esta apariencia se sitúa a nivel humano. Pero la risa nos arranca de ese nivel con violencia para proyectarnos más arriba. En ese nivel superior, la risa no es más que calor, fuerza y alegría.
Aprender a reír en tanto que hombre, es aprender a ser invencible. Por la risa todo fracaso es superado. Mientras podamos reír, somos el más fuerte. Cualesquiera que sean los acontecimientos, nuestra risa muestra que no nos han abatido y que hemos logrado superarlos.
El humor es una risa de la mirada o del pensamiento. Una risa discreta, sutil, silenciosa. A través de él percibimos el lado grotesco de la situación, y nos burlamos dulcemente de ella. Adentrarse en el humor es recorrer el sendero de la risa. Pues la risa transcendente es una percepción humorística condensada, que surge en el espacio de un segundo, deshaciendo cualquier situación.
Cómo se puede aprender el humor: Aprendiendo a mirar atentamente.
Observar lo que nos rodea, y percibir el carácter ligeramente burlesco de las actitudes humanas. Ver vivir a la gente con un ojo un poco burlón.
Una percepción tal os impedirá tomar a los hombres y a la vida en serio. Pero no olvidéis de observaros a vosotros mismos de la misma manera; no vayáis a caer en la trampa de tomaros en serio a vosotros mismos. Aprender a reír con grandeza de todo lo que hacéis y de todo lo que pensáis. Quien no se ríe de sí mismo no se ha superado. Cuanto más os sobrepaséis, más sabéis interiormente que no sois ese que habla, piensa y actúa. Y más el hombre os parece irrisorio. Por la risa cortáis, quien corta se libera de las ataduras.
Contemplad con ese mirada cáustica a los hombres, sus esperanzas, sus amores, sus ambiciones, sus trabajos, sus violencias y su ternura... quien no se ríe de la humanidad y del universo no los ha superado. Amar a la humanidad y al universo sin tomarlos en serio, es amar gratuitamente y sin apego. Por el simple placer de participación en el juego.
Aprender a percibir la ironía que subyace en todas las situaciones. El lado cómico que está en ellas, más o menos disimulado detrás de la gravedad, la tragedia, la belleza o el horror aparente.
Cuando la ironía haya tomado la costumbre de fruncir vuestros ojos, la risa surgirá como la explosión de todas las energías.
Cuando la energía se sublima la risa deja de ser física; aparece entonces la risa silenciosa del Espíritu, quintaesencia de todos los humores que revela que más allá del tiempo y del espacio, una risa silenciosa atraviesa los abismos.
El universo no es ni grave, ni serio.
Junto al juego cósmico se escucha el eco de la risa silenciosa del Espíritu.
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